Relaciones Sino Latinoamericanas en el contexto del COVID-19

Ilustración: Alonso Gañan

América Latina y el Caribe es una región infinitamente diversa. La misma abarca desde islas estados como Belice y Barbados, hasta países de más de 100 y hasta 200 millones de habitantes como México y Brasil. Asimismo, el espectro en capacidades de producción y niveles de producto interno bruto son tan variados como su diversidad de climas, fauna y flora. Es por ello por lo que, para obtener una visión más integral de cualquier tema de impacto regional, es fundamental obtener múltiples puntos de vista distribuidos por la región. Tomando dicha diversidad en cuenta, hemos entrevistado a 6 académicos latinoamericanos que abordan la interrogante ¿Cómo ha impactado el COVID-19 las relaciones entre China y los países de América Latina y el Caribe?

*Las entrevistas fueron realizadas durante los meses de junio y julio de 2020. Las entrevistas se encuentran en orden alfabético por país.

Académicos consultados

ArgentinaDr. Jorge E. Malena
ChileDr. Iván Witker
ColombiaDr. Vladimir Rouvinski
EcuadorDr. Fabricio Rodríguez
MéxicoDr. José Luis León-Manríquez
UruguayDr. Ignacio Bartesaghi

Dr. Jorge E. Malena

Pontificia Universidad Católica Argentina – Argentina

«Mediante políticas proteccionistas y la postergación de acuerdos de comercio, la Casa Blanca ha contribuido con que no sólo China sino también la Unión Europea tomen la delantera en materia de acuerdos con la región.«

¿Cómo ha impactado el manejo del COVID-19 en China la relación entre el país asiático y América Latina y el Caribe?

Desde el mes de marzo del corriente año, la mayoría de las naciones latinoamericanas ha recibido ayuda de China para hacer frente a la pandemia del COVID-19, en materia sanitaria y médica, bajo la forma de equipamiento o asesoramiento. China ha sobresalido ampliamente en el concierto de naciones por la asistencia brindada, convirtiéndose en un polo de cooperación global. El impacto en la relación bilateral puede visualizarse como positivo, a partir del incremento registrado en la cooperación.

En el caso particular de Argentina ¿Cuál ha sido el impacto a nivel gubernamental? ¿Se pronostica algún cambio en la relación sino argentina?

Luego de la detección del brote de COVID-19 en China, el presidente Alberto Fernández se comunicó en febrero con el presidente Xi Jinping. El jefe de Estado argentino ofreció su apoyo a China. En marzo, el mandatario chino le respondió al presidente Fernández, alentando una profundización de los vínculos entre ambos Estados.

A mediados de dicho mes, cuando la pandemia alcanzó a la Argentina, el embajador chino en Buenos Aires visitó al presidente Fernández para acercarle un ofrecimiento en forma de donación de equipamiento. Durante abril, mayo y junio, la cooperación sanitaria y médica para hacer frente a la pandemia prosiguió.

Se visualiza entonces una consolidación de la relación política y una profundización del vínculo bilateral, a partir de una probable adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Ello redundaría en mayores intercambios económicos, a partir de más inversiones en infraestructura, a lo que se sumaría un incremento del comercio, fruto del restablecimiento de la actividad industrial en China y su continua demanda de productos que Argentina exporta.

¿Deben los países latinoamericanos tomar una postura frente a las mutuas acusaciones entre China y Estados Unidos y las tensiones entre ambos países?

América Latina se ha convertido en uno de los focos de la disputa estratégica entre EE.UU. y la República Popular. Esto obedece a que el crecimiento económico y protagonismo político de Beijing redundó en una fluida vinculación con una región que ha sido parte de la esfera de influencia de Washington.

El ascenso de China hizo posible que América Latina estrechara vínculos con el gigante asiático, gracias a la existente complementariedad: la economía china necesita alimentos y energía para proseguir su desarrollo, mientras que el subcontinente es rico en commodities, pero carece de suficiente capital y tecnología.

Es una realidad que Washington se desentendió en las últimas décadas de América Latina y, por ello, perdió presencia en el subcontinente. Mediante políticas proteccionistas y la postergación de acuerdos de comercio, la Casa Blanca ha contribuido con que no sólo China sino también la Unión Europea tomen la delantera en materia de acuerdos con la región.

Los gobiernos del subcontinente tienen ante sí el desafío definir una postura ante la puja que tiene lugar entre ambas potencias: priorizar la alianza histórica con Washington, hacer prevalecer la creciente vinculación con China, adoptar una política exterior equidistante de ambos polos, o “jugar las dos cartas”.

China es uno de los principales aliados internacionales de la dictadura venezolana, mientras que la gran mayoría de los países de la región reconoce a Juan Guaidó como el legítimo jefe de estado de Venezuela. En el contexto del COVID-19 ¿Cómo afecta ello la relación de China con los otros países de la región? ¿Puede la crisis venezolana convertirse en un obstáculo para el acercamiento de China a Latinoamérica?

Con la salida del poder de Evo Morales en Bolivia y de Tabaré en Uruguay (más la llegada de gobiernos de centro-derecha), Nicolás Maduro perdió importantes apoyos en la región. Actualmente, los gobiernos de Argentina y México son los relativamente más cercanos a Caracas, si bien no van mucho más allá de plantear una salida dialogada entre los propios venezolanos, rechazando toda injerencia extranjera.

De todos modos, la alianza entre China y Venezuela no se presenta como un factor que obstaculice el estrechamiento de la relación de la República Popular con los países latinoamericanos. Ningún Estado del subcontinente ha alegado que sus relaciones con China se ven afectadas por los fluidos lazos entre Beijing y Caracas.


Dr. Iván Witker

Universidad Central de Chile

Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE) – Chile

«Piense que, en tiempos normales, regalando un estadio fútbol, la diplomacia de Beijing ha conseguido grandes cosas, como el reconocimiento diplomático y seguir aislando a Taiwán.«

¿Cómo ha impactado el manejo del COVID-19 en China la relación entre el país asiático y América Latina y el Caribe?

Resulta prematuro aún elaborar métricas que nos permitan medir el impacto. Es un proceso aún en curso. Sin embargo, las particularidades latinoamericanas indican que el impacto será mayor que en otras partes del mundo. Precisamente me encuentro reflexionando sobre este punto pues me han solicitado una evaluación en esta línea. Preliminarmente, me atrevería a señalar que el impacto será esencialmente económico. En esta zona del mundo, el despliegue de la diplomacia sanitaria es más visible; es muy bien recepcionada producto de las carencias y las limitaciones de los Estados. Piense que, en tiempos normales, regalando un estadio fútbol, la diplomacia de Beijing ha conseguido grandes cosas, como el reconocimiento diplomático y seguir aislando a Taiwán. Con mayor razón en estos momentos de tantas necesidades.

En el caso particular de Chile ¿Cuál ha sido el impacto a nivel gubernamental? ¿Se pronostica algún cambio en la relación sino chilena?

El caso de Chile presenta aún más particularidades ya que Beijing es el principal socio comercial desde hace ya varios años. La relación de Chile con Beijing es más sensitiva que la de otro país latinoamericano. Hay que tener presente la fuerte dependencia del precio del cobre sigue afectando a la economía chilena pese a lo diversificado de su comercio exterior. Argentinos y brasileños pueden vender su soya en otras partes, brasileños y uruguayos pueden vender su carne en otras partes. Chile no tiene muchas posibilidades para reubicar sus envíos de cobre. O sea, debe entenderse con Beijing sí o sí.

¿Deben los países latinoamericanos tomar una postura frente a las mutuas acusaciones entre China y Estados Unidos y las tensiones entre ambos países?

Una de mis líneas de investigación es la de actores extra hemisféricos en América Latina y soy uno de los poquísimos que pregona lo absurdo que es tomar a América Latina como un todo. A mi juicio no existe la famosa Patria Grande. Existen estados latinoamericanos con sus especificidades. Por lo tanto, la relación Beijing Washington afecta, por ejemplo, a México de manera distinta que a Brasil o a Bolivia. Las acusaciones entre las dos superpotencias son algo ajenas a los países latinoamericanos, que poco o nada influyen en dichas acusaciones. Mi impresión es que, si hay un conflicto global, obviamente afectará a América Latina como a todo el mundo, pero será de manera muy diferenciada.

China es uno de los principales aliados internacionales de la dictadura venezolana, mientras que la gran mayoría de los países de la región reconoce a Juan Guaidó como el legítimo jefe de estado de Venezuela. En el contexto del COVID-19 ¿Cómo afecta ello la relación de China con los otros países de la región? ¿Puede la crisis venezolana convertirse en un obstáculo para el acercamiento de China a Latinoamérica?

La guerra fría dejó en claro que las necesidades de los países latinoamericanos son de tal envergadura que, si bien hay afectaciones, los países se acercan a uno o a otro en la medida de sus posibilidades y necesidades. Recordemos que el gobierno militar argentino tuvo óptimas relaciones con Moscú porque éste le compraba trigo y a muy buen precio. Su pregunta adquiere mayor volumen si vemos a los países limítrofes con Venezuela; ahí quizás haya alguna afectación. Además, el reconocimiento a Guaidó hecho por los países latinoamericanos no pasa de una formalidad. Todos se siguen entendiendo con los embajadores de Maduro y no con las personas designadas por Guaidó. Por lo tanto—relaciones más, relaciones menos—no veo incidencia fuerte en aquello.


Dr. Vladimir Rouvinski

Universidad ICESI – Colombia

«Taiwán, con sus campañas, ha logrado “balancear” los esfuerzos propagandísticos de la República Popular, especialmente, utilizando los medios de comunicación y redes sociales.«

¿Cómo ha impactado el manejo del COVID-19 en China la relación entre el país asiático y América Latina y el Caribe?

China ha intentado usar la diplomacia de las mascarillas para mejorar su imagen en los países de América Latina y el Caribe, posicionando su apoyo como el más importante. Es de reconocer que, en un ambiente de incertidumbre y poca información como la fase inicial de la pandemia, la información proveniente de China recibió mucha atención. China logró en ese entonces aprovechar el escenario para imponer una imagen de un país desarrollado con capacidades sin precedente para lograr controlar la pandemia, en primer lugar, gracias a su sistema no democrático de gobierno. No obstante, más adelante, China dejó de ser el centro de atención, por lo menos en Colombia, debido a que la cobertura de las noticias se enfocó en el manejo interno de la enfermedad.

Adicionalmente, Taiwán, con sus campañas, ha logrado “balancear” los esfuerzos propagandísticos de la República Popular, especialmente, utilizando los medios de comunicación y redes sociales, demostrando los mejores resultados en un país ubicado en la misma zona geográfica, y, siendo una verdadera democracia, parar la pandemia de manera muy eficaz.  

En el caso particular de Colombia ¿Cuál ha sido el impacto a nivel gubernamental? ¿Se pronostica algún cambio en la relación con Colombia?

Considero que en este momento sea prematuro hablar sobre algún cambio. La política exterior de Colombia está enfocada en el problema venezolana, donde la incidencia de China no juega—por lo menos por ahora—el lugar central. Hasta donde sé, la participación china en el escenario actual de pandemia en Colombia no ha sido muy significativo, en comparación con los aportes de Estados Unidos, Banco Mundial y FMI. No obstante, en adelante, se pudiera ver algún cambio debido al estado grave de la economía colombiana y la necesidad de los recursos “frescos” que China si puede ofrecer. No obstante, reitero que, a estas alturas, todavía es difícil hablar de un cambio efectivo y visible. No tengo acceso a los corredores de la toma de decisiones en Bogotá, por esta razón, no me arriesgo a afirmar si la Casa de Nariño o la Cancillería están elaborando algunos planes al respecto.

¿Deben los países latinoamericanos tomar una postura frente a las mutuas acusaciones entre China y Estados Unidos y las tensiones entre ambos países?

Aparentemente, todos los países latinoamericanos en este momento están convencidos que América Latina ya es—o pronto será—un campo de rivalidad entre Estados Unidos y China. Al mismo tiempo, China es un socio comercial muy importante para la mayoría de los países latinoamericanos, mientras Estados Unidos siguen siendo fundamental tanto política como económicamente para la región. Ahora, son pocos los países latinoamericanos que puedan generar un impacto al tomar una postura frente a la disputa entre Estados Unidos y China, escenario donde los países latinoamericanos tienen pocas herramientas de influencia. Con la excepción de Brasil, los latinoamericanos no han practicado una voz fuerte con la proyección global y parece que no tienen ganas de cambiar estas prácticas. En la mayoría de los casos, las acciones en el campo de la política internacional de América Latina son reactivas, oportunistas y están bien marcadas por unos cuantos ítems de prioridades que les impide tomar una postura en una “pelea” de los grandes.

China es uno de los principales aliados internacionales de la dictadura venezolana, mientras que la gran mayoría de los países de la región reconoce a Juan Guaidó como el legítimo jefe de estado de Venezuela. En el contexto del COVID-19 ¿Cómo afecta ello la relación de China con los otros países de la región? ¿Puede la crisis venezolana convertirse en un obstáculo para el acercamiento de China a Latinoamérica?

A diferencia con la Rusia de Putin, China ha logrado evitar, a grandes rasgos, crear una imagen de un país cuyo apoyo es crucial para la sobrevivencia del régimen de Maduro. Por ahora, sus vínculos con la dictadura venezolana no han impactado significativamente el fortalecimiento de sus relaciones con otros países de la región. Desde una perspectiva comparativa, Putin ya ha “peleado” políticamente con los gobiernos latinoamericanos que han apoyado a Juan Guaidó (por ejemplo, amenazándolos a través de una carta del Consejo de la Federación), mientras China se mantiene en la sombra. Lo más importante, sin embargo, es que Rusia no puede ofrecer mucho a las economías latinoamericanas, mientras que en el caso de China, muchos gobiernos de la región están mirando a Beijing como fuentes de inversiones y apoyo económico.   


Dr. Fabricio Rodríguez

Albert-Ludwigs-Universität FreiburgEcuador

«China espera promocionar sus logros en la gestión interna de COVID-19 para afianzar la imagen de una China moderna, eficaz, y globalmente responsable, sobre todo frente a la incapacidad de los EE.UU. y Brasil por liderar el camino en el hemisferio occidental.«

¿Cómo ha impactado el manejo del COVID-19 en China la relación entre el país asiático y América Latina y el Caribe?

Tendencialmente, China se posiciona como una superpotencia ambivalente. Por un lado, distintos gobiernos de la región ven con ojos positivos la capacidad de respuesta y despliegue demostrada por el gobierno chino para ralentizar de manera eficaz la curva de infecciones vinculadas a COVID-19. Por otro lado, existen también profundas interrogantes respecto a las prácticas de censura e intimidación de los médicos que emitían la alerta temprana en Wuhan, mientras la élite política se preocupaba por proyectar la imagen de un régimen autoritario, nacionalista, y propagandístico, incapaz de cometer errores de tal envergadura a la vista del pueblo chino y del mundo. Para la cúpula del Partido Comunista Chino, la propagación de un virus dotado de efectos letales para la población y nefastos para la economía, podría tener consecuencias irreversibles de inestabilidad social y política. Por tanto, una vez mitigada la primera curva de infección en la esfera doméstica, China proyecta la diplomacia del COVID-19, es decir la distribución de máscaras, aparatos respiradores, y otros equipos, como una medida para construir una imagen benevolente y altruista que borre posibles cuestionamientos sobre la manera autoritaria y poco transparente en la que China abordó la crisis en su fase embriónica y de alta relevancia para el resto del mundo. Adicionalmente, China espera promocionar sus logros en la gestión interna de COVID-19 para afianzar la imagen de una China moderna, eficaz, y globalmente responsable, sobre todo frente a la incapacidad de los EEUU y Brasil por liderar el camino en el hemisferio occidental.

En el caso particular de Ecuador ¿Cuál ha sido el impacto a nivel gubernamental? ¿Se pronostica algún cambio en la relación sino ecuatoriana?

El gobierno del Ecuador mantiene importantes niveles de deuda con el gobierno de China. Una gran parte del petróleo del país está garantizado como producto de exportación hacia China a cambio de enormes y costosos préstamos, que corresponden a alrededor de un tercio de la deuda externa del Ecuador. A partir del 2010, y con el gobierno de Rafael Correa, China y Ecuador estrecharon relaciones bilaterales a paso constante. Hoy en día, las relaciones bilaterales se mantienen, a la vez que el gobierno de Lenin Moreno reanuda negociaciones con el FMI y el Banco Mundial. En retrospectiva, la actual crisis pandémica hace evidente, que la bonanza del petróleo no solo incrementó los ingresos estatales, sino también el gasto público, y sobre todo el endeudamiento desproporcionado. Los ciclos de precios altos del petróleo, en buena medida impulsados hasta el 2014 por el crecimiento económico de China, se han terminado. Las deudas con China, a ser repagadas con petróleo ecuatoriano, continúan. La actual crisis pandémica ha golpeado de manera desproporcionada a los países como Ecuador, cuyo principal recurso de exportación es el petróleo—un bien sin mayor valor en una economía global paralizada por los dramáticos efectos del COVID-19. Frente a este escenario, Ecuador depende literalmente del nivel de oxígeno que China le pueda brindar, al momento de renegociar las condiciones de la deuda. Poco ayudarán en el largo plazo las donaciones de máscaras y equipo sanitario para combatir el COVID-19 en este periodo si el Ecuador no se apoya en sus socios globales para fortalecer el sistema inmunológico del país, tanto en lo político como en lo económico.

¿Deben los países latinoamericanos tomar una postura frente a las mutuas acusaciones entre China y Estados Unidos y las tensiones entre ambos países?

Los países latinoamericanos deberían presionar para que se fortalezca de manera genuina la Organización Mundial de la Salud y se genere transparencia sobre las virtudes y errores de cada país en la gestión del COVID-19 en una alianza científica por el bienestar global. El mundo requiere más conocimiento y menos acusaciones, más inversión y menos pugnas, más distribución de tareas, y menos acusaciones sobre los platos rotos. Esta es la única forma de superar el profundo abismo de desconfianza que opacan tanto al gobierno de EE. UU. como al gobierno de China, y dificultan aún más el desarrollo de soluciones efectivas en países con mucho menos capacidad de respuesta.

China es uno de los principales aliados internacionales de la dictadura venezolana, mientras que la gran mayoría de los países de la región reconoce a Juan Guaidó como el legítimo jefe de estado de Venezuela. En el contexto del COVID-19 ¿Cómo afecta ello la relación de China con los otros países de la región? ¿Puede la crisis venezolana convertirse en un obstáculo para el acercamiento de China a Latinoamérica?

Tanto la política exterior latinoamericana como la política exterior china padecen del síndrome del oportunismo. El régimen dictatorial venezolano ha agotado sus fuentes de credibilidad en América Latina. Sin embargo, Juan Guaidó, carece de una base de legitimidad interna que justifique su figura como un vector de cambio en Venezuela. De momento, China ha demostrado que no está en condiciones de seguir manteniendo sus canales de financiamiento ilimitado hacia Venezuela. Sin embargo, la relación sino venezolana parece desarrollar características insulares. Es decir, cada vez más, Venezuela se aborda como un caso importante, pero cada vez más desligado del contexto de pluralidad fragmentada que caracteriza a América Latina y el Caribe. Para los países de LAC, el cálculo de cómo relacionarse con China estará basado en la compleja y amarga tarea de “salvar el pellejo” en nuevos e inciertos tiempos de crisis. 


Dr. José Luis León-Manríquez

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco – México

*Transcripción de entrevista por teléfono

«La presencia de China en América Latina es un fenómeno que llegó para quedarse, sea cual sea el devenir de la economía mundial y la globalización.«

¿Cómo ha impactado el manejo del COVID-19 en China la relación entre el país asiático y América Latina y el Caribe?

Hay por supuesto un efecto temporal de los cambios generados por el COVID-19 en la relación entre China y América Latina, aunque yo creo que esta relación sigue muy basada en lo económico… las tendencias comerciales que es por donde se ha reavivado esta relación a partir del año 2000, siguen siendo muy altas. De 17.000 millones de dólares, que era el monto del comercio en el año 2002, el comercio aumentó hasta 315.000 millones de dólares en 2019 con un signo positivo en la balanza comercial para China, pero sabemos también que China ya es el primer socio comercial de Brasil, Chile, Perú, Uruguay, y el segundo socio comercial de todos los siguientes países de América Latina, cosa que es una irrupción tremenda en la economía latinoamericana.

Yo pienso que la llamada desglobalización que viene derivada del COVID-19 y de las tendencias proteccionistas, sobre todo en los Estados Unidos, también traerá una disminución del comercio y de la demanda de materias primas latinoamericanas por parte de China en los próximos años, es decir, los porcentajes de comercio absoluto quizá permanezcan estancados, aunque la importancia de China tenderá a crecer; pero en la medida en que la economía mundial vaya retirándose hacia opciones de desarrollo local o nacional, más que de búsqueda de vínculos globales, es muy posible que esta demanda China de materias primas que favoreció a los países de América del Sur entre 2000 y 2014 tienda a seguir disminuyendo, lo cual no necesariamente son buenas noticias para los países de América del Sur.

Junto con el comercio viene la inversión que se mantuvo en balanza hasta el año 2018, cuando fue de 13.000 millones de dólares, sólo en ese año de inversiones extranjeras directas de China, sin embargo, en los últimos años también se está observando un fenómeno económico importante y es la disminución de los préstamos de China a los países latinoamericanos. Si uno grafica estos préstamos encuentra que hubo prácticamente un paroxismo hasta el año 2010, y a partir de entonces han disminuido estos créditos que son proporcionados por dos grandes instituciones públicas, que son el China Development Bank y el China Eximbank. Estas (instituciones) proporcionan alrededor del 80% de los créditos en América Latina. Son instituciones públicas (que) normalmente prestan con plazos y tasas de interés favorables… Muchos de estos créditos son utilizados para construir caminos y represas. Pero a mi parecer, ante la problemática económica de los diversos países latinoamericanos, los bancos chinos están siendo más cautos en prestar, y, por otro lado, los fondos disponibles de estas grandes instituciones chinas también parecen ir a la baja.

Como sea, pienso que la presencia de China en América Latina es un fenómeno que llegó para quedarse, sea cual sea el devenir de la economía mundial y la globalización. China tiene y va a tener un papel importante en los próximos años en América Latina y todo esto también está relacionado con la retracción o con el aislacionismo de los Estados Unidos, que está muy concentrado en sus propios problemas y en establecer medidas restrictivas contra el comercio y contra la migración lo cual propiciará, casi por default, que China tenga una presencia más importante en América Latina.

En el caso particular de México ¿Cuál ha sido el impacto a nivel gubernamental? ¿Se pronostica algún cambio en la relación sino mexicana?

Creo que China sí ha aprovechado esta coyuntura de la expansión del COVID-19 para tratar de fortalecer su poder blando, yo creo que la importancia de la contribución China no reside tanto en la cantidad neta de recursos que está aportando para el combate al covid, sino a los actos simbólicos que acompañan a esta cooperación o incluso este comercio. Creo que no es una estrategia específica para cada país de América Latina, sino es una estrategia para las zonas en desarrollo, porque estas donaciones de equipo médico, de respiradores, de mascarillas para protección de las personas, incluso de cámaras para detectar la temperatura de la gente son, digamos, una política China que está ocurriendo a nivel mundial; también está ocurriendo en los países en desarrollo de Asia, de África y América Latina.  En algunos casos como el de México, muchos de estos insumos han sido vendidos lo cual representa también un negocio interesante para las emergentes empresas médicas de China.

Pero insisto, yo creo que el mensaje que quiere enviar China con esta política de las mascarillas es decirle a los países en desarrollo que China está con ellos en momentos difíciles, mientras que Estados Unidos, de nueva cuenta, está retraído sobre sí mismo tratando de arreglar sus propios problemas, enfrentando disturbios a causa de la segregación racial y con una actitud muy aislacionista con respecto a el mundo en desarrollo. Entonces China ha proporcionado todos estos insumos médicos, estos insumos relacionados con el combate al COVID-19, y no solo lo ha hecho, sino que además lo ha ventilado y ha tratado de difundir su ayuda a través de todo el aparato de propaganda oficial y al parecer esto ha mejorado muchísimo la imagen de China en América Latina y en México en particular.

Con respecto a México, uno de los pilares de la política exterior del presidente López Obrador—si no es que el único pilar—ha sido la renegociación del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá que ha sido un proceso muy duro y tenso empujado por la administración Trump. Finalmente se logró, y hay un acuerdo. Esto ha sido celebrado como el gran logro en materia de política exterior, al cual, incluso, se le ha subordinado la cuestión migratoria; entonces realmente la relación de México con China no ha sido tan relevante. El Gobierno anterior del PRI (Partido Revolucionario Institucional), con Enrique Peña Nieto, intentó, por lo menos en algún momento, diversificar las relaciones exteriores de México y le dio a China un papel importante, que después en 2014, a causa de la no construcción de un tren que se le había otorgado a una compañía china, esta política entró en crisis y en un estancamiento, incluso en una tensión en las relaciones entre China y México.

Pero ahora surgen algunos grupos dentro del partido gobernante del Movimiento de Renovación Nacional que están solicitando que se realice un acuerdo de libre comercio con China. No creo que sea una tendencia muy fuerte o extendida; creo que es muy difícil en estas circunstancias sobre todo también porque el nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos subraya en una de las cláusulas que ninguno de los miembros podrá hacer acuerdos con economías que no son de mercado. Claramente esto es una dedicatoria a México para no realizar acuerdo de libre comercio con China. Lo mismo sucede, por cierto, en la renegociación de los acuerdos comerciales entre Estados Unidos y Centroamérica, la inclusión de esta cláusula dedicada a China; entonces creo yo que más allá de un desplante retórico, un tratado de libre comercio es muy remota y la relación oficial se mantendrá por los causes habituales de la diplomacia.

¿Deben los países latinoamericanos tomar una postura frente a las mutuas acusaciones entre China y Estados Unidos y las tensiones entre ambos países?

Yo creo que lo más conveniente es ejercer una postura pragmática. Hay un dicho que se mencionaba mucho en la guerra fría qué dice que cuando dos elefantes se pelean, los demás animales sufren, pero cuando los dos animales hacen el amor pueden también sufrir; entonces en este momento es muy claro que lo que viene hacia el futuro es una mayor tensión entre los Estados Unidos y China debido a un cambio de época de la relación de poder y una sucesión hegemónica que ópera en el sistema internacional más o menos periódicamente cada 100 años; …esto está generando, y va a generar muchas tensiones, independientemente de que el ganador de las elecciones en Estados Unidos sea Donald Trump o Joe Biden. La tendencia será hacia un mayor conflicto entre China y Estados Unidos que es comercial, pero que se va haciendo también cada vez más de carácter geopolítico, por ejemplo, en torno a la situación en el llamado Mar del Sur de China. Entonces aquí, los países latinoamericanos creo que están actuando de una manera reactiva, como suelen hacerlo; no están actuando de una manera colectiva.

 A mí me parece que no hay, ni ha habido en todos estos años de auge con China una postura unificada en torno a cómo enfrentar o cómo lidiar con China; más bien cada país ha ido respondiendo a sus expectativas del momento; y esto por supuesto también es cambiante porque si se analiza el panorama a mediados de la década del 2002, se encontraba por ejemplo que los gobiernos de izquierda de la Ola Rosa en América Latina, tenían relaciones muy cercanas con China, desde la búsqueda de alianzas ideológicas hasta una alianza muy política y muy sólida como el caso de Brasil, pero pues esto va cambiando; el Gobierno de Macri en Argentina fue más escéptico que el Gobierno de Bolsonaro en Brasil, que actualmente ha tenido diversos enfrentamientos diplomáticos con China. Entonces creo que esta situación dependerá más de cada de cada país. En el caso de México, claro que hay una relación muy cercana con los Estados Unidos; está el tema de la migración y muchas otras maneras en las que Estados Unidos puede presionar a México para evitar un mayor acercamiento con China.

China es uno de los principales aliados internacionales de la dictadura venezolana, mientras que la gran mayoría de los países de la región reconoce a Juan Guaidó como el legítimo jefe de estado de Venezuela. En el contexto del COVID-19 ¿Cómo afecta ello la relación de China con los otros países de la región? ¿Puede la crisis venezolana convertirse en un obstáculo para el acercamiento de China a Latinoamérica?

Yo no estoy de acuerdo con quienes creen que la alianza de China con Venezuela arranca desde lo ideológico, más bien creo que fue una alianza que se explica mucho más por la búsqueda de China por hidrocarburos a nivel mundial, llevándolos a hacer inversiones en países pues muy débiles o Estados fallidos; pero China desea disminuir su dependencia de hidrocarburos con respecto a Rusia, y es justo lo que les llevó a una política de búsqueda global de petróleo y fuentes de energía a partir de los años 2000. Ahí entra Venezuela, como país con las mayores reservas en el mundo y entra esta relación que el presidente Hugo Chávez trató de desarrollar de manera muy cordial con China, dándole tintes ideológicos, pero creo que China nunca la tomó desde la parte ideológica sino sobre todo desde la intención de contar con una fuente confiable de hidrocarburos; y eso es lo que explica que China haya invertido tanto dinero en Venezuela, que invirtiera 65 mil millones de dólares en Venezuela, que es muchísimo dinero. Inversiones que también se dieron en Ecuador y algunos países africanos que se convirtieron en países altamente endeudados con China en proporciones mayores al 25% del producto interno bruto, que es en realidad una dependencia muy considerable.

Algunos teóricos de izquierda marxista hablaban (acerca de) la teoría de la dependencia, de cómo el comercio y la inversión internacional iban volviendo dependientes a algunos países latinoamericanos frente Estados Unidos y Europa, y bueno, esto mismo se podría aplicar a la relación comercial y financiera que China sostiene ahora con Venezuela.  Sin embargo, China hace 3 o 4 años ya no ha otorgado créditos nuevos a Venezuela; parece estar muy preocupada por lo que pueda suceder en ese país, pero al mismo tiempo China tampoco puede romper con el Gobierno de Nicolás Maduro por la cantidad de recursos que tiene empeñados ahí y por la apuesta al sector petrolero. Sin embargo, yo no dudo que, llegado el momento, cuando la presidencia de Maduro se debilite más, China tendrá los recursos políticos y diplomáticos suficientes para llegar a un entendimiento, sea con el Gobierno de Guaidó o con cualquier otro Gobierno que en el futuro surja en Venezuela.


Dr. Ignacio Bartesaghi

Universidad Católica del Uruguay – Uruguay

«China le ofrece a Uruguay una relación estratégica y es el único país del Mercosur que puede profundizar aún más su relación con este actor de relevancia mundial a través de la firma de un TLC.«

¿Cómo ha impactado el manejo del COVID-19 en China la relación entre el país asiático y América Latina y el Caribe?

Hay varios aspectos que están marcando la relación con China debido al COVID-19. En primer lugar, algunos países han visto afectadas sus corrientes de exportación con destino a China por la caída de las ventas de alimentos, minerales y combustibles. También han caído estrepitosamente las importaciones desde China debido a la baja de la actividad económica y del consumo en todos los países de la región.

Brasil es en parte una excepción, ya que las ventas externas con destino a China han aumentado considerablemente en los últimos meses, llegando a explicar el 40% de las ventas totales de la potencia suramericana en el mes de abril de 2020.

Preocupa que algunos países de la región se vean tentados a seguir un alineamiento automático con la política seguida por Estados Unidos con China, lo que ha adquirido mayor impulso en tiempos de Covid. Previo a la pandemia, Brasil ya mostraba posiciones muy duras sobre China, lo que podría acelerarse en este nuevo contexto, con consecuencias difíciles de cuantificar.

Debido a la intensa relación comercial que sostiene la región con China, y dados los esperados impactos económicos negativos en América Latina por la inédita caída que registrará el PBI de China en 2020, es esperable que algunos países cuestionen su estrategia de dependencia comercial con la potencia asiática, lo que de cualquier forma no es una realidad fácil de modificar en el corto y mediano plazo.

En el caso particular de Uruguay ¿Cuál ha sido el impacto a nivel gubernamental? ¿Se pronostica algún cambio en la relación sino uruguaya?

Aún no está clara la estrategia que seguirá Uruguay con China, pero esto no tiene que ver necesariamente con el Covid, sino con que el nuevo gobierno aún no ha definido cuáles serán los próximos pasos que seguirá esa relación.

China le ofrece a Uruguay una relación estratégica y es el único país del Mercosur que puede profundizar aún más su relación con este actor de relevancia mundial a través de la firma de un TLC. Para seguir ese camino, Uruguay debe tomar definiciones y superar algunas restricciones internas que todavía existen para acerarse a China, ya no solo las vinculadas al Mercosur (limitantes en las negociaciones bilaterales), sino también al interior del país donde todavía hay actores que tienen una visión muy antigua y primitiva respecto a la segunda potencia mundial.

En cuanto al Covid, algunos actores se han sumado a las simplificaciones que todos conocemos respecto a la responsabilidad de China en la expansión de la pandemia, lo que por suerte han sido fenómenos aislados.

Se trata del principal socio comercial de Uruguay al que se le exporta cerca de 5 veces más que a Estados Unidos y es un socio de especial importancia en el sector agroindustrial. Las tendencias estructurales como la compra de alimentos seguirán su rumbo e China por décadas y ahí Uruguay tiene muchas ventajas si logra tomar algunas definiciones en su política comercial.

¿Deben los países latinoamericanos tomar una postura frente a las mutuas acusaciones entre China y Estados Unidos y las tensiones entre ambos países?

Diría que esta encrucijada es hoy uno de los mayores desafíos que enfrentan gran parte de los países a nivel mundial, ya que el enfrentamiento entre las dos principales potencias mundiales es por el liderazgo mundial, no es una guerra comercial sino algo mucho más profundo. De hecho, China la definió como Guerra Fría con lo que eso implica en términos históricos.

Es un gran error tomar partido en esa disputa, los países de la región deben desplegar estratégicas múltiples, que abran el juego diplomático con los dos, además de siempre equilibrar con la Unión Europea y con otras economías emergentes que en el futuro próximo jugarán roles más destacadas que en la actualidad, por ejemplo, India. No se deben simplificar los temas, deberá analizarse las definiciones respecto a la tecnología 5G, pero sin presiones y con independencia, lo mismo en cuanto a la agenda de seguridad, inversiones e infraestructura.

Siempre existen intereses en relaciones internacionales, pero, por otro lado, también hay Estados independientes con instituciones sólidas que han logrado sostener relaciones con las dos potencias sin mayores problemas (Australia, Nueva Zelanda o varios casos en América Latina).

China es uno de los principales aliados internacionales de la dictadura venezolana, mientras que la gran mayoría de los países de la región reconoce a Juan Guaidó como el legítimo jefe de estado de Venezuela. En el contexto del COVID-19 ¿Cómo afecta ello la relación de China con los otros países de la región? ¿Puede la crisis venezolana convertirse en un obstáculo para el acercamiento de China a Latinoamérica?

Las relaciones internacionales del Siglo XXI deben ser pragmáticas, lo que supone separar la agenda económica y comercial de la política, ya que ese es el camino que han seguido todos los países del mundo. En ese sentido, no veo que el apoyo de China al régimen de Maduro se transforme en un obstáculo para la relación con los países latinoamericanos, al menos en el plano bilateral.

A nivel regional, la situación de Venezuela sí es una barrera para avanzar en una mirada más regional de las relaciones entre América Latina y China, ya que por esta situación algunos ámbitos como la CELAC se han paralizado, lo que sí tiene incidencia en los avances que se puedan registrar por ejemplo en el grupo CELAC – China.

De cualquier forma, es claro que las diferencias políticas podrán estar presentes, como ocurre también con el Estados Unidos de Trump en muchos temas, pero eso no quiere decir que no se pueda avanzar en la profundización económica y comercial, o incluso en cooperación financiera, en defensa, turismo o en los intercambios culturales, donde China ya juega un rol muy preponderante a nivel global.

No hacerlo, por una visión idealista de las relaciones internacionales, tiene un solo resultado; el aislamiento.


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