Navegando el impacto de China: Estrategias para América Latina y África
Foto: Atlantic Council.
Expertos de América Latina y África se reunieron en Washington D. C. para examinar cómo los países del Sur Global pueden gestionar mejor la creciente huella global de China. El debate, organizado por el Global China Hub del Atlantic Council y la Keough School of Global Affairs de la Universidad de Notre Dame, reunió a destacadas voces para comparar experiencias regionales e identificar estrategias que permitan ejercer una mayor capacidad de decisión y soberanía en su relación con Pekín.
El panel de apertura, titulado “Navegando el impacto de China: Estrategias para América Latina y África”, contó con la participación de Parsifal D’Sola, fundador y director ejecutivo de la Fundación Andrés Bello y senior fellow no residente en el Global China Hub del Atlantic Council; Sanusha Naidu, investigadora principal en el Institute for Global Dialogue; Rama Yade, directora del Africa Center del Atlantic Council; y Leland Lazarus, fundador y director ejecutivo de Lazarus Consulting y fellow no residente en el Global China Hub. La conversación fue moderada por Joshua Eisenman, profesor de Política en la Universidad de Notre Dame.
Representando la perspectiva latinoamericana, Parsifal D’Sola destacó la fragmentación estructural de la región como una diferencia clave respecto al compromiso colectivo de África con China. “Los países africanos presentan un frente mucho más unificado al relacionarse con China”, explicó, señalando que “mientras la Unión Africana ofrece un marco consolidado, la CELAC en América Latina sigue siendo una red de coordinación flexible sin mecanismos vinculantes.” Subrayó que, por lo tanto, el enfoque de China hacia América Latina ha evolucionado hacia una estrategia en gran parte bilateral, que refleja los bajos niveles de integración regional y el limitado comercio intrarregional.
“Para América Latina, la agencia significa realismo, equilibrar las relaciones tanto con China como con Estados Unidos sin volverse reactivos. El objetivo debe ser aprovechar la competencia entre grandes potencias en beneficio nacional, y no ser utilizado por ella”, dijo D’Sola.
D’Sola también destacó que, aunque la inversión china ha aumentado, Estados Unidos y la Unión Europea siguen siendo los actores económicos dominantes. “La inversión extranjera directa china representa solo entre cinco y seis por ciento del total de América Latina; Estados Unidos y la Unión Europea juntos aún representan más del sesenta por ciento”, señaló, agregando que “China domina los titulares, pero las cifras subyacentes cuentan una historia diferente.”
La académica sudafricana Sanusha Naidu abrió la discusión describiendo cómo el modelo de compromiso de Pekín evolucionó a partir de sus primeras experiencias en África.
“China ha utilizado a África como un tipo de terreno de aprendizaje entre pares para dar forma a su estrategia en América Latina”, explicó Naidu. “Adaptó lo que funcionó en África, desde la extracción de recursos hasta el aprendizaje institucional, y lo aplicó a las condiciones locales latinoamericanas.” Agregó que el enfoque de China ya no se centra únicamente en las materias primas, sino en el desarrollo de ecosistemas de infraestructura, comercio e intercambio cultural. Naidu también advirtió que la competencia entre los Estados africanos por proyectos chinos a menudo ha diluido su influencia colectiva: “La agencia debe ser tanto nacional como subnacional, extendiéndose más allá de los gobiernos hacia la interacción entre las personas.”
La ex diplomática francesa y actual directora del Africa Center, Rama Yade, enfatizó los profundos lazos históricos y políticos que sustentan la relación entre China y África, remontándose al reingreso de Pekín a las Naciones Unidas en 1971 con el apoyo africano. “Esa deuda de gratitud todavía da forma a la política”, dijo Yade. “Esta relación no es estática; se está volviendo más verde, más diversificada y más centrada en las personas. Y si otros actores, especialmente en Washington, no participan de manera significativa, la influencia de China seguirá expandiéndose.”
Señaló a Marruecos como un ejemplo exitoso de compromiso pragmático, equilibrando sus lazos tanto con China como con Estados Unidos mientras promueve una activa cooperación Sur-Sur: “A través de la experiencia de Marruecos, podemos ver cómo podría evolucionar el comercio de África con China: más integrado, pero también más autodirigido.”
Uniendo las experiencias africanas y latinoamericanas, Leland Lazarus presentó perspectivas comparativas sobre las operaciones globales de China. “Los mismos bancos de política chinos y empresas estatales operan en ambas regiones, incluso los mismos ejecutivos rotan entre continentes”, señaló Lazarus. “Por ejemplo, los ejecutivos que trabajaron en proyectos portuarios en África más tarde pasaron a dirigir operaciones en América Latina.” También destacó una conclusión clave de los recientes diálogos interregionales:“Una palabra surgió de nuestro Foro África-Américas sobre China: agencia. Tanto los países africanos como los latinoamericanos quieren ser creadores de reglas, no receptores de ellas, especialmente en sectores emergentes como la inteligencia artificial y la tecnología verde.”
A lo largo de la conversación, los panelistas coincidieron en que la próxima fase del compromiso de China no estará definida únicamente por el comercio y la infraestructura, sino por la producción de conocimiento, la cooperación tecnológica y el poder del discurso, particularmente a medida que China amplía su influencia en los medios y la educación en ambos continentes.
El debate subrayó la importancia de aprender entre regiones, con África y América Latina enfrentando oportunidades y dilemas similares a medida que gestionan sus relaciones con las grandes potencias. Como concluyó Parsifal D’Sola: “El desafío que se presenta es convertir la competencia entre grandes potencias en una oportunidad de desarrollo, no en dependencia.”
Conoce más sobre el evento:
Navigating China’s impact: Strategies for Latin America and Africa – Atlantic Council