La expansión de Huawei en Latinoamérica y el Caribe: Perspectivas de la Región

Parsifal D’Sola Alvarado

*Traducido con permiso del United States Institute of Peace, ©2024 Endowment of the United States Institute of Peace. Cualquier inexactitud o error en esta traducción es responsabilidad de la Fundación Andrés Bello – Centro de Investigación Chino Latinoamericano. Para la versión en inglés del USIP, visite:

Huawei’s Expansion in Latin America and the Caribbean: Views from the Region

* Translated with permission from the United States Institute of Peace, ©2024 Endowment of the United States Institute of Peace. Any inaccuracies or errors in this translation are the responsibility of the Fundación Andrés Bello – Centro de Investigación Chino Latinoamericano. For the USIP English version, please visit:

Huawei’s Expansion in Latin America and the Caribbean: Views from the Region

Sobre el informe

Este informe examina la posición de Huawei en Latinoamérica y el Caribe, y cómo esta empresa ha conseguido convertirse en un proveedor clave de tecnología de la información y las comunicaciones en la región. El informe se basa en una serie de entrevistas con profesionales latinoamericanos con amplia experiencia laboral trabajando para Huawei. El informe fue encargado por el programa sobre China del United States Institute of Peace.

Resumen
  • Huawei aprovecha activamente la política exterior y los lazos diplomáticos de China en Latinoamérica y el Caribe para atraer clientes y ganar participación de mercado.
  • Los clientes de Latinoamérica, en particular los proveedores de servicios, tienden a tener una opinión positiva de la empresa. Los empleados locales, sin embargo, parecen preferir trabajar para los competidores de Huawei debido a sus mejores condiciones laborales.
  • El inigualable servicio de atención al cliente de Huawei es un factor clave que la diferencia de sus competidores. Sin embargo, las prácticas de contratación y los procesos operativos que hacen posible este servicio al cliente se producen a expensas de una mano de obra explotada.
  • Las investigaciones no revelaron pruebas, ni siquiera sospechas, de irregularidades por parte de Huawei en relación con violaciones de la seguridad del hardware, como filtraciones de datos, puertas traseras o sabotajes.
  • Sin embargo, hay pruebas claras de que Huawei ha recurrido a prácticas de mercado desleales e ilegales para aumentar su cuota de mercado, entre ellas el dumping de precios y los sobornos.
  • Los países de Latinoamérica y el Caribe acogen a las empresas con sede en China y a la tecnología china. En consecuencia, la presión de Estados Unidos para securitizar la tecnología china no ha tenido mucho éxito en la región. 
Introducción

La polémica en torno a Huawei Technologies Co. Ltd. en Estados Unidos y otros países occidentales no ha resonado en Latinoamérica y el Caribe. Mientras que el gobierno estadounidense lleva más de una década preocupado por los vínculos de la empresa con el Partido Comunista de China (PCCh) y el ejército de China, todo en medio de acusaciones de que sus redes inalámbricas podrían ser utilizadas para la vigilancia encubierta por parte del gobierno chino, tales preocupaciones no se comparten en Latinoamérica y el Caribe, donde la corporación china sigue siendo bien recibida. El gobierno de Estados Unidos prohibió el uso de equipos de Huawei por parte de agencias federales y contratistas en 2018 y, en noviembre de 2022, la Comisión Federal de Comercio votó a favor de prohibir las ventas e importaciones de equipos de Huawei; hasta la fecha, ningún país de Latinoamérica y el Caribe ha prohibido o aplicado ningún tipo de restricción a Huawei ni a ninguna otra empresa de telecomunicaciones china. Al contrario, Huawei está ampliando su presencia como una de las principales empresas de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de la región.

Desde el punto de vista de la seguridad internacional, las infraestructuras de telecomunicaciones por lo general se consideran una competición de suma cero sobre quién tiene acceso a los datos y quién los controla. Por otro lado, cuando se mira a través de la lente de los intereses socioeconómicos locales, especialmente en los países menos desarrollados, la infraestructura de telecomunicaciones puede ser una fuerza vital para la estabilidad y el crecimiento. El desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones por parte de empresas chinas en Latinoamérica se debería examinar desde estas dos perspectivas para ayudar al público estadounidense a comprender mejor las fuerzas en juego.

En 2022, los ingresos interanuales de Huawei se mantuvieron prácticamente estables tras caer un 28,6 % en 2021, un rendimiento notable dadas las sanciones impuestas por los Estados Unidos a la empresa, incluyendo los controles de exportación a China de chips avanzados y de equipos de fabricación de chips. Una de las razones por las que las ventas de Huawei se estabilizaron y no se desplomaron aún más fue que la empresa tenía una fuerte presencia en el Sur Global, especialmente en Latinoamérica y el Caribe. Por ejemplo, Huawei calcula que más del 50 % de las redes móviles 3G y 4G de Brasil funcionan con sus equipos. En México, según el director de marketing y estrategia de Huawei en Latinoamérica, Joaquín Saldaña, más del 80 % de las llamadas telefónicas se realizan a través de un dispositivo Huawei. En el sector de teléfonos inteligentes, para el segundo trimestre de 2022, la cuota de mercado de la compañía en Chile, Colombia, México y Perú todavía promediaba alrededor del 14 %, tras caer desde su pico del 24 % en 2019 antes de las sanciones estadounidenses. En cuanto a servicios en la nube, Huawei tiene nueve centros de datos en la región: dos en Brasil, Chile, México y Perú y uno en Argentina. Además, Huawei está liderando la industria 5G a nivel mundial, que tiene un enorme potencial de crecimiento.

¿Cómo logró Huawei este nivel de éxito en la región? ¿Por qué existe un contraste tan marcado entre la posición de Huawei en Estados Unidos y en sus vecinos del sur? ¿Y cuáles son las implicaciones de seguridad, para Estados Unidos y los países de Latinoamérica y el Caribe, de la continua expansión de Huawei en la región? 

Este informe pretende responder a estas preguntas desde una perspectiva latinoamericana, concretamente la de los empleados de Huawei y conocedores de la industria. Para comprender mejor su punto de vista, el autor entrevistó a siete profesionales de las telecomunicaciones que trabajan o trabajaron para Huawei en Latinoamérica. Estas fueron entrevistas semiestructuradas realizadas de manera virtual entre septiembre de 2022 y enero de 2023.

Entre los entrevistados, se encuentran empleados, contratistas y consultores, todos de nacionalidades latinoamericanas, que han gestionado proyectos y prestado servicios para Huawei en Argentina, Belice, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú y Venezuela, así como en España; tres de ellos también trabajaron para proveedores de servicios que eran clientes de Huawei. Además de los proveedores de servicios, los clientes de Huawei incluyen bancos, empresas privadas con grandes redes de distribución (por ejemplo, Coca-Cola, Procter & Gamble) y gobiernos locales y nacionales. Los entrevistados formaban parte de áreas como ingeniería de campo, ventas, atención al cliente y gestión de proyectos. Alejandro Blanco, asesor del autor de este informe, trabajó como ingeniero de radiofrecuencia para Huawei en Bolivia, Colombia y México durante seis años, y para Telefónica Venezuela, cliente de Huawei, durante tres años. Todas las citas de los entrevistados se han editado por motivos de claridad y extensión.

Las entrevistas giraron en torno al tema de la seguridad, con especial atención a la privacidad de datos y prácticas de mercado justas. Excepto Blanco, todos los entrevistados prefirieron permanecer en el anonimato, bien sea porque aún trabajan para Huawei o para evitar el riesgo de repercusiones negativas dentro de sus líneas de trabajo. Sus testimonios de primera mano ofrecen una visión de las prácticas operativas de Huawei en Latinoamérica, y de cómo la empresa logró convertirse en un proveedor clave de hardware y servicios TIC en la región.

Como dejaron claro los entrevistados, y como sostiene este informe, son muchos los factores que han influido en el ascenso de Huawei, entre los cuales se destacan el apoyo gubernamental y el acceso a capital barato. En última instancia, los distintos grados de institucionalidad en los países en los que opera Huawei y la falta de interés en la securitización de la tecnología china han desempeñado un papel tan importante como las prácticas operativas internas de Huawei.

El informe comienza con un análisis de los complejos vínculos de Huawei con el gobierno chino y de cómo esta relación, alineada con los objetivos de política exterior de China, ha sido decisiva para su proyección mundial, especialmente en Latinoamérica. La siguiente sección examina los distintos aspectos del modelo de negocio de Huawei —incluyendo la composición de su fuerza laboral, su enfoque de servicio al cliente y su dinámica operativa— que diferencian a la empresa de sus competidores. La tercera sección profundiza en las estrategias de mercado de Huawei, y destaca su preferencia por el dominio del mercado frente a la rentabilidad financiera, y arroja luz sobre las tácticas ilícitas que han desfavorecido a sus competidores. El informe concluye con la presentación de una serie de recomendaciones estratégicas para Estados Unidos, destinadas a ofrecer a las naciones latinoamericanas una alternativa viable y atractiva a las empresas chinas de TIC. Estas recomendaciones están diseñadas para alinearse con las necesidades y prioridades específicas de la región y, al mismo tiempo, abordar los intereses estratégicos a largo plazo de Estados Unidos.

Navegando la política exterior china habiendo llegado tarde al juego

Empresas occidentales como Ericsson, Nokia y Siemens lograron establecerse como marcas mundiales de TIC tras décadas de expansión gradual del mercado. Huawei, por el contrario, llegó más tarde y durante años tuvo poco reconocimiento de marca fuera de la República Popular China (RPCh), pero logró ponerse a la altura de sus competidores y alcanzó el liderazgo mundial de la industria en las dos primeras décadas del siglo XXI. “En un momento dado teníamos cuatro proveedores: Nokia, Ericsson, ZTE [con sede en China] y Huawei, pero no había nada como Huawei”, recuerda uno de los entrevistados, un ingeniero sénior de radiofrecuencia y director técnico que trabajó en la primera mitad de la década de 2010 para un cliente de Huawei. “El servicio que ofrecían, el nivel de atención al cliente de Huawei era increíble”. Este tipo de actitudes positivas son habituales entre los clientes de Huawei en la región.

Para Huawei, una de las piedras angulares de su éxito en Latinoamérica —y en el Sur Global en general— ha sido la compleja y sofisticada relación de la empresa con el gobierno chino. Obtener el respaldo gubernamental tanto a nivel nacional como internacional no era algo que se podía dar por sentado; la empresa tuvo que ganárselo, y el haberlo conseguido se le puede atribuir en gran medida a su fundador y CEO, Ren Zhengfei. 

Desde que fundó Huawei en 1987, Ren ha demostrado ser ágil a la hora de navegar la política china para promocionar su empresa dentro y fuera del país. Según un informe del Wall Street Journal de 2019, se calcula que Huawei ha recibido 74.600 millones de dólares en la forma de facilidades crediticias, exenciones fiscales y otras ayudas financieras por parte del Gobierno chino. Aunque no es político, dado su destacado papel al frente de una de las empresas de TIC más importantes de China, Ren es una figura importante dentro de la clase política china. Sus vínculos con el Partido Comunista de China se remontan a finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando ostentaba el rango de subjefe de regimiento en el Ejército Popular de Liberación, un cargo asignado a los miembros leales y bien conectados del partido. Ren ha alineado hábilmente la expansión internacional de su empresa con los objetivos de política exterior de China en una estrategia que se remonta a la caída de la Unión Soviética. “La relación estratégica entre China y Rusia estará en consonancia con los intereses fundamentales y la seguridad nacional de los dos países”, señaló Ren en 1997. “La comercialización transnacional de Huawei debe seguir el camino de la política exterior de China”. 

También subrayó que la entrada de Huawei a Rusia en la década de 1990 no solo obedecía al afán de lucro, sino que también estaba en consonancia con el objetivo geopolítico de China de socavar la hegemonía de Estados Unidos. El impulso nacionalista de Huawei, y su decidida alineación con los intereses de China en el extranjero, hicieron que se ganara el apoyo del Estado, lo que terminó convirtiendo a Huawei en uno de los “campeones nacionales” de China. A su vez, como parte de su impulso para internacionalizar las empresas chinas de TIC, el gobierno de China ha ayudado a facilitar la entrada de la empresa en los mercados emergentes, incluyendo Latinoamérica y el Caribe.

Tomemos el caso de Bolivia. Durante las dos últimas décadas, el Gobierno chino ha estado sentando las bases en Bolivia para que Huawei y una serie de empresas chinas se expandieran en ese país. En 2009, justo un año después de que Entel, el mayor proveedor de telecomunicaciones de Bolivia, fuera nacionalizado, Huawei obtuvo un contrato de 120 millones de dólares para construir infraestructuras de telecomunicaciones en zonas rurales. El proyecto fue el último de una serie de contratos de gobierno a gobierno entre Bolivia y China, que incluyeron un satélite de 300 millones de dólares, financiado por el Banco de Desarrollo de China, y la compra de seis aviones de combate K-8. Apenas dos años después, en 2011, una visita oficial a China del presidente boliviano Evo Morales incluyó reuniones con representantes de alto rango de Huawei y de la empresa estatal ZTE Corporation.

En 2019, Expocruz, la feria internacional de negocios más importante de Bolivia, fue un claro ejemplo de lo lejos que ha llegado Huawei en el país. La exposición se celebra cada año en la ciudad de Santa Cruz, capital financiera del país. Durante el evento, Entel, junto con Huawei, realizó las primeras pruebas 5G de Bolivia; y Oscar Coca, ministro de Obras Públicas de Bolivia, lanzó oficialmente el piloto 5G utilizando un teléfono Huawei Mate 20 X. “Fue una mezcla de propaganda estatal que promocionaba a Entel como el único operador del país que realizaba pruebas en la red 5G. Le sirvió a Huawei para fortalecer sus relaciones comerciales, ya que la prueba fue completamente patrocinada por la empresa”, dijo Blanco, quien en ese entonces trabajaba como ingeniero de radiofrecuencias para Huawei y ayudó a implementar la prueba. Aunque aún faltan años para que Bolivia despliegue una red 5G a nivel nacional, Huawei ya está en línea para convertirse en el principal proveedor de equipos 5G del país. Además de Entel, Huawei también suministra equipos de telecomunicaciones a Tigo y Viva, los principales proveedores privados de servicios de telefonía e Internet de Bolivia.

La relación más estrecha entre Huawei y un Estado latinoamericano se encuentra probablemente en Venezuela, donde Huawei y ZTE se han convertido en los proveedores dominantes de los operadores de telecomunicaciones, tanto públicos como privados. A principios de la década de 2000, las operaciones de Huawei en Venezuela se dispararon como consecuencia directa de las estrechas relaciones gubernamentales entre Venezuela y China que se desarrollaron durante los 13 años de mandato de Hugo Chávez. El primer gran contrato de Huawei se produjo en 2004, cuando la empresa firmó un contrato de 250 millones de dólares con Conatel, la agencia de telecomunicaciones del gobierno, para mejorar la infraestructura de fibra óptica del país. En 2006, Huawei ya era el proveedor líder en Venezuela de equipos CDMA (Acceso Múltiple por División de Código, es la tecnología de base de las redes inalámbricas de 2G y 3G). 

La presencia local de Huawei creció hasta tal punto que, en 2012, contaba con más de 1300 empleados locales, tres oficinas en Caracas y cuatro centros de soporte técnico en todo el país. En ese momento, la oficina de Huawei en Caracas actuaba como la sede regional de la empresa en todo menos en el nombre. Entre 2007 y 2015, Huawei participó en proyectos conjuntos, contratos gubernamentales, programas de formación y fabricación local, todo ello derivado de acuerdos relacionados con los Fondos Conjuntos Sino-Venezolanos, la mayor cartera de préstamos de China a un solo país. Eventualmente, Venezuela terminó perdiendo relevancia para Huawei debido a la implosión económica del país. En 2017, la mayoría del personal de Huawei, tanto local como chino, se había trasladado a otras oficinas de la región o había abandonado la empresa.

En parte debido a los estrechos vínculos entre Caracas y Beijing, en 2016, el proveedor estatal de servicios de telecomunicaciones de Belice, Belize Telemedia Limited (BTL), que opera a través de la marca Digi, estableció una asociación con Huawei para desplegar una red 4G LTE en todo el país. Digi se convirtió en el único proveedor 4G del país, con velocidades y calidad superiores a las de otros países del Caribe y Centroamérica. 

“Yo estaba solo en el despliegue del proyecto [cuando] cambiaron completamente de Ericsson a Huawei”, recordó uno de los entrevistados, que trabajaba para Huawei como ingeniero sénior de radiofrecuencias y director técnico. “¿Por qué lo hicieron? En mi opinión, gracias al Gobierno socialista. Belice estaba fuertemente aliado con el gobierno venezolano, hasta el punto de que había una oficina de Petrocaribe [el programa de la era Chávez mediante el cual Venezuela suministraba petróleo a las naciones caribeñas a precios rebajados] implicada de alguna manera”. El proyecto 4G LTE formaba parte de un plan de inversión de capital de BTL en asociación con Huawei de 100 millones de dólares para modernizar la infraestructura de banda ancha fija y móvil de Belice.

“El Gobierno chino desempeña un papel similar al de una empresa internacional de lobby que busca promover las industrias chinas mediante relaciones de gobierno a gobierno, especialmente aquellas industrias consideradas estratégicamente importantes para China”.

El estado de São Paulo, en Brasil, es otro ejemplo de cómo Huawei trabaja mediante un gobierno local para consolidarse. En 2021, Huawei abrió el primer “centro de innovación” 5G de Latinoamérica en São Paulo, un centro de 6,7 millones de dólares dedicado al desarrollo de soluciones, aplicaciones e investigación de tecnología 5G. São Paulo también alberga la fábrica local de Huawei de servicios de fabricación electrónica —un centro de fabricación que utiliza un esquema de 5G, Internet de las Cosas y servicios en la nube en su línea de producción— y la planta de producción de vacunas Sinovac —una fábrica con una capacidad de producción anual de 100 millones de vacunas, no solo para COVID-19, sino también para la rabia, el virus Zika y la hepatitis A—. Esto no es una coincidencia. Durante muchos años, el gobernador de São Paulo, João Doria, fue un ferviente defensor de estrechar los lazos con China, una predilección que no pasó desapercibida para la RPCh y sus empresas asociadas. A lo largo de los años, Doria se reunió con una serie de altos funcionarios y empresas chinas para promover São Paulo como destino de inversión. En 2019, junto con el director local de Huawei, Doria anunció que Huawei estaba invirtiendo 800 millones de dólares en la construcción de una planta de fabricación de equipos 5G para hacer frente a la futura demanda en Brasil y la región.

Por fuera de la región, también vale la pena destacar el caso de España. España, además de tener profundos lazos políticos y económicos con Latinoamérica, es sede de Telefónica S.A., uno de los proveedores de servicios de telefonía e Internet más importantes de la región. Por ello, las decisiones sobre Huawei que se tomen en España pueden afectar a las operaciones de la compañía china en Latinoamérica. También hay indicios de coordinación entre Huawei y el Gobierno español. En 2019, los estados miembros de la Unión Europea (UE) y la Comisión Europea publicaron un informe que evaluaba los riesgos de ciberseguridad en las redes 5G. El informe destacaba que los actores estatales representan la amenaza más significativa para la seguridad nacional, y que varios miembros de la UE habían identificado “ciertos países no pertenecientes a la UE” como riesgos particulares para sus intereses nacionales. A esto le siguió, en 2020, el lanzamiento de la Caja de herramientas de la UE para la seguridad 5G, una serie de medidas destinadas a reducir las amenazas digitales a las redes 5G. En ambos casos, aunque China y Huawei no se mencionan explícitamente, las referencias al “modelo de gobernanza” y la ausencia de acuerdos de cooperación en materia de seguridad aluden claramente a países no democráticos y no occidentales como China.

Sin embargo, en España se ha prestado poca atención a las recomendaciones. “Cuando estalló el tema de la seguridad en 2019, sé de muchos clientes privados que le cerraron las puertas a Huawei”, declaró un entrevistado que en aquel momento trabajaba para Huawei como representante de ventas ante el Gobierno español. “Sin embargo, [Huawei] siguió ganando muchas licitaciones públicas”. En el lado negativo del balance de la empresa, las ventas de teléfonos inteligentes de Huawei en España casi colapsan. Los servicios de la nube y los centros de datos de Huawei también sufrieron, principalmente porque VMware, una empresa estadounidense con gran presencia en el mercado español, prohibió los equipos de Huawei de acuerdo con regulaciones estadounidenses. En consecuencia, la gran base de clientes de VMware, principalmente en el sector privado, dejaron de utilizar productos de Huawei.

En cambio, Huawei Carrier, la unidad de negocio que trabaja con operadores de telecomunicaciones, se ha mantenido sólida. “El resto de los proyectos [de Huawei] no se vieron afectados”, señaló un entrevistado que trabajó como ingeniero de preventa. “Un tiempo después de que salí de Huawei, se pusieron en contacto conmigo [en 2020] porque estaban interesados en que volviera, y me dijeron textualmente, en palabras del director de la división de empresas de Huawei: ‘El bloqueo económico y comercial no está afectando a España porque el Gobierno está alineado [con nosotros]’”. Hasta el día de hoy, a pesar de las presiones de la Comisión Europea, el Gobierno español aún no ha hecho pública su posición con respecto a la aplicación de las medidas de la Caja de Herramientas de la UE para la Seguridad 5G.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo Huawei aprovecha la política exterior china en Latinoamérica y en otros lugares. Entre 2011 y 2019, los jefes de Estado de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Venezuela se reunieron con representantes de alto rango de Huawei, incluido Ren. En todos los casos estuvieron presentes miembros del cuerpo diplomático chino. Esencialmente, el gobierno de la RPCh desempeña un papel similar al de una empresa internacional de lobby que busca promover las industrias chinas mediante relaciones de gobierno a gobierno, especialmente aquellas industrias, como las TIC, consideradas estratégicamente importantes para China.

Servicio al cliente inigualable, empleados descontentos

La habilidad de Huawei de aprovechar el músculo diplomático de China es solo una de las razones del éxito de la empresa en Latinoamérica y el Caribe. Otro factor clave que diferencia a Huawei de sus competidores es su doctrina de trabajo centrada en el cliente. Al igual que sus competidores, Huawei tiene tres tipos de empleados: miembros del personal, contratistas y consultores, y aunque los tres son cargos desafiantes, el de personal es, de lejos, el más exigente. “La carga de trabajo era extenuante”, recuerda el entrevistado que trabajó como director de ventas de soluciones. “No exagero: era 24 horas al día, 7 días a la semana… Era de lunes a domingo. Llegabas temprano por la mañana y a veces no te ibas hasta las 11 o 12 de la noche”.

Los cargos destinados para el personal local son deliberadamente limitados, y los supervisores de Huawei —todos de nacionalidad china— se aseguran de que los locales contratados conozcan la importancia de sus cargos. El mismo entrevistado recuerda: “Cuando me ofrecieron un cargo como parte del personal, mi jefe me dijo: ‘Ser parte del personal es mucha responsabilidad; si te sientes presionado ahora [como contratista], te voy a presionar aún más, porque te estoy dando algo que no le ofrecemos a todo el mundo’”. La exigente cultura laboral de Huawei en su sede de Shenzhen está bien documentada, una cultura que se extiende a sus oficinas de toda Latinoamérica y el Caribe. “Trabajé en dos oficinas [Argentina y Venezuela], pero también pasé tiempo en una oficina en Brasil y en una oficina en Perú. He pasado por varias oficinas en Latinoamérica, también estuve en China, y Huawei funciona igual en todas partes”, afirma el director de ventas. “La dinámica de trabajo dentro de las oficinas es muy similar”. Aunque los horarios de trabajo y la remuneración varían según el país, las vacaciones son muy escasas, pero los salarios suelen ser competitivos.

Los contratistas, como en muchas otras industrias, reciben el peor trato de todos. La mayoría de las personas que trabajan como contratistas para Huawei suelen ser recién graduados que desean adquirir experiencia. Son empleos de alta rotación y mal remunerados: “La mayoría de los contratistas no soportan la carga de trabajo, sobre todo teniendo en cuenta sus bajos salarios, por lo que renuncian a los pocos meses”, señala Blanco. Su trabajo se centra sobre todo en las operaciones rutinarias y el apoyo al resto del personal.

Los consultores, en cambio, son los mejor remunerados, aunque su jornada laboral suele ser tan larga como la de los miembros del personal. Suelen ser ingenieros de telecomunicaciones con años de experiencia. “Cuando empecé como consultor [en 2016]”, dijo Blanco, “los salarios eran de entre 6 y 7 mil dólares al mes, pero años antes, tengo amigos que ganaban entre 10 y 12 mil dólares o incluso más. Mis amigos que trabajaron como consultores para Ericsson y Nokia ganaban más o menos lo mismo”. Aunque los ingresos medios varían mucho en la región, se trata de salarios excepcionalmente altos incluso para los países latinoamericanos con los niveles de renta más altos, como Chile, Panamá y Uruguay.

Los empleados que más duro trabajan son los chinos que desempeñan temporalmente su labor en el extranjero. Muchas tareas relacionadas con la fijación de precios, la resolución de problemas operativos y la configuración de mejoras de la red se gestionan en la sede central de Huawei en Shenzhen. Dada la barrera lingüística, el personal local chino es el punto de contacto con China y suele trabajar las 24 horas del día debido a la diferencia horaria.

La triangulación entre los empleados latinoamericanos, los ciudadanos chinos que trabajan en la región y la sede central de Huawei en China es un factor diferenciador que acelera significativamente los procesos de solución de problemas y optimización de red. “La solución de problemas es algo que hay que destacar: es genial, es muy rápida. Si el hardware funciona mal, lo sustituyen rápidamente”, afirma otro ingeniero sénior de radiofrecuencia, que ha trabajado como consultor y como personal de Huawei. “Algo que podría llevar un mes [con otros proveedores], ellos lo resuelven en una semana”. 

Internamente, Huawei facilita la escalada de los problemas de red a I+D en Shenzhen, algo que ilustra un alto grado de coordinación entre las oficinas regionales de Latinoamérica y las de China. En este sentido, hay dos diferencias clave que distinguen a Huawei de otros proveedores. En primer lugar, Huawei depende en gran medida de la transferencia de información de red fuera de la región para la solución de problemas y la mejora de redes. El mismo ingeniero señaló: “En Ericsson, la resolución de problemas se hace a nivel local: la información no tiene que llegar necesariamente a Suecia. Todos los expertos son locales. Pueden ser consultores de otros países, pero todo se queda aquí. Nunca escuché en Ericsson que la información tuviera que transferirse a un CCG [centro de capacidad global] a nivel internacional. En Huawei, pasa por diferentes manos hasta que llega a China”.

Es preciso destacar que Huawei lo hace de acuerdo con y en cumplimiento de los protocolos de seguridad de sus clientes. Internamente, Huawei dispone de una plataforma de gestión jerárquica que funciona en todas las oficinas y sirve para optimizar la comunicación, evaluar los fallos de funcionamiento de la red y agilizar la aprobación de cambios en la red. Se trata de una plataforma altamente encriptada a la que solo tienen acceso los empleados de Huawei. También es importante destacar que en estas comunicaciones no se comparte ningún dato privado de los usuarios. De hecho, ningún proveedor de equipos de telecomunicaciones tiene acceso a los datos específicos de los usuarios. Desde un punto de vista técnico, debido a los protocolos de cifrado de las redes móviles, dicho acceso simplemente no es posible. Los datos de los usuarios son conservados y salvaguardados por proveedores de servicios como AT&T y Telefónica. Los tipos de información que Huawei comparte en sus oficinas incluyen la configuración de los equipos, la composición de la red (por ejemplo, el número de nodos, la dirección IP del puerto, el tipo de red y el hardware) y los indicadores clave de rendimiento de la red. Los propietarios de la información compartida son los proveedores de servicios, y a ellos les interesa que el material no se comparta con terceros, especialmente con sus competidores, porque contiene detalles de la composición general y el rendimiento de la red de un proveedor de servicios.

Compartir información sobre la configuración de una red conlleva riesgos importantes aunque los datos compartidos estén cifrados. Lo explica el ingeniero de radiofrecuencias:

Para mí, los archivos de configuración del hardware son los más importantes y críticos [de lo que se comparte internacionalmente]. Contienen los parámetros de todos los niveles de la red; nodos, células de red, IP, todas las capas de la tecnología LTE están incluidas en esos scripts. Cualquier persona con malas intenciones puede manipular una red con solo un puerto y una dirección IP. Este es precisamente el tipo de información que se comparte con China para solucionar problemas. 

Todos los proveedores de equipos tienen acceso a estos archivos de configuración, por lo que la posibilidad de hacer daño es inherente a la industria. Por un lado, la plataforma de gestión y el intercambio de información de Huawei aumentan los riesgos de seguridad, pero, por otro, también agilizan las soluciones. En una industria fuertemente competitiva en la que unos segundos de inactividad de la red pueden costar millones de dólares, resolver los problemas con rapidez es vital. Según los clientes de Huawei y todos los entrevistados, Huawei no tiene rival en este aspecto. Para los países que no priorizan la seguridad de sus redes, un grupo que incluye a la mayoría de las naciones latinoamericanas, los beneficios superan con creces los riesgos. Lo mismo se puede decir de la mayoría de los países del Sur Global.

El segundo factor diferenciador de Huawei es su modelo dinámico de dotación de personal. Aunque el traslado de personal —especialmente consultores— de un proyecto a otro es habitual en el sector de las telecomunicaciones, Huawei lo ha convertido en una característica esencial de su modus operandi. Los consultores de Huawei están en constante movimiento y pasan de un proyecto a otro y de un país a otro. También es habitual que la empresa traslade ingenieros desde China para proyectos importantes de gran escala.

Los consultores no son contratados directamente por Huawei, sino a través de un tercero. Esta es también una práctica común en la industria; permite a los proveedores desplazar personal sin tener que preocuparse de visados de trabajo, impuestos ni pago de prestaciones. Esas responsabilidades se transfieren a los propios consultores, que reciben una buena compensación por el esfuerzo. Hace una década, Huawei trabajaba con varias empresas de contratación de recursos humanos (RR.HH.) en Latinoamérica y el Caribe, pero hoy la empresa opera casi exclusivamente con Tangent International, una consultora global de RR.HH., con sede en el Reino Unido, que se centra en las comunicaciones y la tecnología. 

“Todos los consultores que quieran trabajar para Huawei tienen que estar representados por Tangent”, comenta el mismo ingeniero de radiofrecuencias. “Huawei y Tangent tienen una asociación especial, en la que obviamente se ofrecen mutuamente precios con descuento”. Trabajar a través de empresas de recursos humanos también ayuda a Huawei a realizar los pagos a los consultores. Por ejemplo, cuando en 2019 empezaron a imponerse las restricciones de Estados Unidos a Huawei, los consultores en Latinoamérica a quienes se les pagaba en dólares recibieron un aviso de que a partir de entonces cobrarían en euros, un ajuste facilitado por empresas globales de RR.HH. como Tangent, que tienen cuentas en distintas divisas. De hecho, a los consultores de Huawei se les suele pagar desde empresas con sede en Hong Kong, y esas empresas pueden cambiar de un mes a otro.

En general, Huawei cuenta con una fuerza laboral que está a disposición de sus clientes las veinticuatro horas del día, un servicio por el que la empresa ha adquirido una excelente reputación. El ingeniero sénior de radiofrecuencias y director técnico describió la experiencia:

Como cliente de Huawei en el sector tecnológico, recibía correos electrónicos a las tres de la mañana y tenía a una persona a mi lado cuando llegaba al día siguiente a la oficina. Tenían un servicio de atención al cliente muy bueno. Siempre decían que sí —lo que pidieras, decían que sí— y si sonaba demasiado complicado, decían: “Lo intentaremos”. Más tarde lo entendí cuando trabajé para Huawei [como consultor]. Querían darle al cliente todo lo que pudieran.

De forma menos positiva, las entrevistas revelaron que las prácticas de contratación y los procesos operativos que hacen posible el inigualable servicio al cliente de Huawei se producen a costa de una mano de obra explotada y unas posibilidades limitadas de promoción profesional para los empleados locales, especialmente si se comparan con las condiciones de los competidores de Huawei. El ingeniero sénior de radiofrecuencia, que había desempeñado funciones tanto de personal como de consultor, explicó:

La forma de trabajar de los suecos [Ericsson] y los coreanos [Samsung], comparada con la de los chinos [Huawei], es completamente diferente… Samsung cuida mucho a su personal. Los forman. Nunca he visto ninguna práctica laboral deshonesta… Los contratistas, la selección de personal, las prácticas laborales y la administración, el diseño del trabajo… por encima de todo, son respetuosos con sus empleados. Te dan información sobre cómo va tu trabajo, si va bien o no, si [hay que hacer] ajustes.

Además, parece que existe un nivel por encima del cual el personal local nunca asciende dentro de Huawei. Todos los entrevistados afirmaron que todos los cargos de toma de decisiones estaban ocupados por ciudadanos chinos. El director de ventas de soluciones dijo: “En todos los años que trabajé para Huawei [en distintos países], nunca tuve un jefe de equipo que no fuera chino”.

Estrategia basada en la realidad local y en instituciones débiles

Huawei se ha adaptado bien a la dinámica de la industria de las telecomunicaciones, así como a las realidades económicas y políticas de Latinoamérica y el Caribe. De hecho, las incursiones de Huawei en la región no se pueden entender por completo sin tener en cuenta algunos rasgos distintivos del mercado de las telecomunicaciones y el marco institucional de los países de la región. 

Cuando se trata de proveedores de servicios de telefonía e Internet, hay un número limitado de empresas, sobre todo en los países pequeños y medianos. Lo mismo ocurre con los proveedores de equipos: en el mercado solo hay unas pocas marcas establecidas a nivel mundial. Además, los productos que ofrecen los proveedores se pueden agrupar en solo dos categorías interconectadas: hardware y servicios de apoyo. En el momento en que un proveedor de servicios adquiere un equipo, queda instantáneamente vinculado a la marca del proveedor para el servicio y la asistencia. La escasez de alternativas crea un terreno de juego que beneficia a las grandes empresas con poder financiero, como Huawei.

En el negocio de los operadores móviles, parte de la estrategia de Huawei ha consistido en centrarse en las redes de acceso, que son la infraestructura a la que se conectan los usuarios, y que también permiten a una red ampliar su alcance geográfico. Muchos países latinoamericanos tienen regiones de difícil acceso, como islas remotas, selvas densas, regiones montañosas y zonas rurales aisladas, donde el desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones suele ser muy costoso. Por lo tanto, si Huawei se dirige a un proveedor de servicios con una oferta para construir redes de acceso en estas zonas a bajo costo o de manera gratuita, el proveedor normalmente no dejará pasar la oportunidad. Hay muchos casos en la región en los que Huawei ha utilizado esta táctica. Una oferta así es aún más tentadora para los proveedores de servicios estatales que para las empresas privadas, porque el gobierno de turno puede atribuirse el mérito de haber mejorado la cobertura de telefonía móvil para las poblaciones remotas. Esta estrategia le ha permitido a Huawei destacarse entre sus competidores como empresa que construye infraestructuras en zonas de difícil acceso y, en el proceso, le ha dado la oportunidad de estrechar lazos con las autoridades locales.

La estrategia parece haber dado frutos. En la actualidad, Huawei trabaja con todos los grandes proveedores de servicios móviles y de Internet en Latinoamérica y el Caribe. Adicionalmente, cuando una empresa trabaja con todos los proveedores de servicios de un país, puede crear un mapa de la cobertura de telefonía móvil e Internet. Esto es cierto para Huawei y para cualquier otro proveedor que trabaje a escala nacional. Como se mencionó en la sección anterior, la estructura de una red, incluyendo dónde tiene cobertura, es información que pertenece a los proveedores de servicios. Los proveedores de quipos tienen prohibido por contrato compartir esta información. Sin embargo, hay pruebas de que Huawei aprovecha este conocimiento para ampliar su participación de mercado; que equivaldría, a grandes rasgos, al uso de información privilegiada en el sector de las telecomunicaciones. 

En Perú, por ejemplo, Huawei es uno de los principales proveedores de equipos para los tres mayores operadores del país: Claro, Entel y Telefónica. “En un momento dado”, recuerda el ingeniero sénior de radiofrecuencias con experiencia como miembro del personal y como consultor, “una empresa colombiana que tenía conexiones con el Estado [peruano] tuvo la idea de instalar antenas en una zona pública donde se necesitaba el permiso de la municipalidad. Se pusieron en contacto con Huawei para saber dónde no tenían cobertura los tres operadores”. Al saber qué sectores carecían de cobertura, la empresa pudo preparar una propuesta hecha a la medida para las autoridades. “‘¿Están locos? Esto es completamente ilegal’, le dije a mi supervisor. Están vendiendo información privada. No me hagan partícipe de esto’… Fue una de las peores cosas que vi”, afirma el ingeniero. Además, no se trataba de un caso aislado de un supervisor corrupto. El entrevistado continuó:

En la reunión había alguien de China… no tengo idea de quién era. En la explicación que me dieron, quedó claro que no era el primer país donde hacían esto. Ya había ocurrido en Colombia, y estaban avanzando en Panamá. Se mostraron bastante relajados al respecto, dando a entender que lo hacían en todas partes.

La estrategia de marketing de Huawei incluye una combinación de precios altamente competitivos, patrocinio de equipos y, en algunos casos, sobornos. “En Perú, como en otros mercados, según mi propia experiencia y lo que he escuhado dentro de la empresa, Huawei entra a los mercados a través de los precios”, dijo el ingeniero. Y apuntó: “Ericsson y otros proveedores no pueden competir con Huawei en cuanto a costos, hasta el punto de que Huawei regala mucha infraestructura para ganar clientes”. La mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe no tienen una normativa estricta contra el dumping de precios, un hecho que las grandes empresas pueden utilizar para su beneficio. Este entrevistado dijo: “[Trabajando para Claro en Ecuador] fui testigo de cómo cambiaron un núcleo de red completo que había sido de Ericsson durante años, y Huawei lo ofreció a costos extremadamente bajos. Ahora [en 2023], lo están cambiando todo. Van a prescindir por completo de Ericsson”.

Aunque la construcción de infraestructura les genera ganancias económicas a los fabricantes de equipos, la mayor parte de sus ingresos procede de los servicios de mantenimiento y soporte de redes. “El modelo de negocio de Huawei no implica ganancias por la venta de hardware, sino que ganan dinero a través de las licencias, dado que todos los equipos requieren licencias específicas para funcionar a pleno rendimiento”, explica este ingeniero. “Las licencias caducan y hay que renovarlas. Si dominan el mercado e instalan infraestructura a gran escala, las licencias son lo que realmente importa”. 

Obtener ingresos a partir de las licencias no es algo exclusivo de Huawei; todos los proveedores se benefician de ello. Lo que hace que Huawei se destaque es su capacidad de prescindir, hasta cierto punto, de los ingresos procedentes de la venta de equipos, y poder centrarse en adquirir una mayor participación de mercado. “El objetivo es captar participación de mercado, no ingresos”, señaló un ingeniero de preventa entrevistado. “Recuerdo que cuando cerrábamos el año, los ingresos, aunque no se descartaban por completo, no se utilizaban como medida de éxito. Lo que importaba era cuánta participación de mercado se había ganado”.

Este tipo de prácticas de mercado desleales afectan negativamente a los competidores de Huawei, así como a las pequeñas empresas que intentan penetrar en el mercado. El ingeniero sénior de radiofrecuencias y director técnico recordó un proceso de licitación que se llevó a cabo cuando trabajaba para otra empresa más pequeña: “Participamos en una licitación pública [en México] para un proyecto de AT&T de 6000 antenas, si no recuerdo mal, el proyecto estaba a punto de asignarse a unas 20 empresas pequeñas, incluidos nosotros, pero de la nada llegó Huawei y regaló todas las antenas, nos dejaron sin nada”.

España, un país con una normativa más estricta contra el dumping de precios que la mayoría de las naciones latinoamericanas, no es inmune a estas prácticas. El antiguo director de preventa de Huawei describió la situación:

En España, existe un procedimiento legal llamado “baja temeraria”, que es cuando una empresa ofrece precios un 20% por debajo de los costos estimados de una licitación pública, y las autoridades realizan una reunión con la empresa para entender la sustancial diferencia de precio. [Durante mi estancia en la empresa,] Huawei fue convocada en innumerables ocasiones y siempre se libraban argumentando algún tipo de descuento. De veinte procedimientos, [las autoridades] debieron rechazar a Huawei en uno o dos; [la empresa] consiguió justificar el resto.

Los proveedores de servicios, tanto privados como estatales, obviamente se benefician de precios bajos y equipos gratuitos, y como solo hay un grupo muy limitado de participantes en el mercado, hay pocos incentivos para luchar contra el dumping de precios.

Las entrevistas dejaron claro que el potencial de irregularidades en la conducta de Huawei está directamente correlacionado con la solidez de las instituciones y el Estado de Derecho del país anfitrión. De los 11 países en los que trabajaron los entrevistados, Venezuela y Bolivia se destacaron como los peores casos. Por ejemplo, el ingeniero sénior de radiofrecuencia y gerente técnico dijo que se encontró con este escenario cuando llegó a Bolivia: “En el grupo de ventas, [con respecto al] primer gerente que estuvo allí, todo el mundo sabía que Huawei le pagaba la universidad a su hijo en el extranjero, y que también le compraron una casa en Bolivia, y era solo uno de muchos gerentes de planificación”. 

“Las diferentes perspectivas sobre Huawei se derivan del hecho de que Estados Unidos prioriza la geopolítica y los riesgos de seguridad en sus relaciones con China, mientras que los países latinoamericanos priorizan los beneficios económicos y tecnológicos”.

En cambio, Huawei se tomaba muy en serio la normativa argentina contra el soborno, hasta el punto de que los empleados eran bombardeados constantemente con correos electrónicos sobre la política de la empresa y las graves consecuencias por ofrecer sobornos o cometer infracciones de seguridad.

Lecciones para Estados Unidos

La rápida expansión de Huawei en Latinoamérica y el Caribe supone lecciones importantes para Estados Unidos. Por muy preocupantes que puedan ser algunas de las prácticas de Huawei, la empresa ha ayudado a construir considerables proyectos de infraestructura de comunicaciones que han beneficiado a la región. Es probable que el futuro apoyo al desarrollo de infraestructuras también facilite a los países latinoamericanos acoger a Huawei en lugar de, como preferiría Estados Unidos, rechazar la marca china. 

“En gran medida, las diferentes perspectivas sobre Huawei se derivan del hecho de que Estados Unidos prioriza la geopolítica y los riesgos de seguridad en sus relaciones con China, mientras que los países latinoamericanos priorizan los beneficios económicos y tecnológicos”.

Esta diferencia de perspectivas entre muchos países occidentales y los de Latinoamérica y el Caribe no se debe atribuir al nivel de desarrollo ni a la gobernanza democrática. Chile, Costa Rica y Uruguay —países donde Huawei tiene una gran presencia y no ha generado controversias— son naciones de ingresos medios-altos con estándares de gobernabilidad democrática superiores a los de Estados Unidos y muchos países de la UE. En gran medida, las diferentes perspectivas sobre Huawei se derivan del hecho de que Estados Unidos prioriza la geopolítica y los riesgos de seguridad en sus relaciones con China, mientras que los países latinoamericanos priorizan los beneficios económicos y tecnológicos que Huawei y otras empresas chinas de TIC ofrecen. 

“Estados Unidos y Latinoamérica seguirán en bandos diferentes porque, en última instancia, la decisión de confiar en un fabricante de tecnología extranjero se toma por motivos políticos, no técnicos”.

Además, como demuestran numerosos estudios, la complejidad tecnológica y la necesidad de actualizaciones continuas del software hacen que no exista una metodología viable para garantizar, de forma oportuna, que el hardware y el software de telecomunicaciones sean totalmente seguros, independientemente de quién haya desarrollado la tecnología y fabricado los equipos. Estados Unidos y Latinoamérica seguirán en bandos diferentes porque, en última instancia, la decisión de confiar en un fabricante de tecnología extranjero se toma por motivos políticos, no técnicos.

Dadas las tendencias actuales, Huawei está destinada a desempeñar un papel importante en el ecosistema de las TIC de Latinoamérica y el Caribe, especialmente en la prestación de los innumerables servicios que surgirán del desarrollo de las redes 5G y otras tecnologías relacionadas. Aunque Estados Unidos dispone de una serie de herramientas económicas, políticas y tecnológicas para presionar a los países de modo que no trabajen con Huawei —o con cualquier otra empresa con sede en China—, estas medidas solo frenarán la expansión de Huawei en Latinoamérica y el Caribe, no la expulsarán de la región. Si Estados Unidos tomara el camino de coaccionar a las naciones latinoamericanas para limitar la participación de empresas con sede en China, no solo habría un fuerte rechazo en la región, sino que también se dañarían los lazos diplomáticos entre Estados Unidos y Latinoamérica, lo que bien podría resultar en que estos países estrecharan lazos con empresas chinas.

Es importante que los formuladores de política pública en EE.UU. comprendan que, independientemente de la validez de las preocupaciones en materia de seguridad con respecto a la tecnología y los fabricantes chinos, los países de Latinoamérica y el Caribe en general no comparten esas preocupaciones o no las consideran prioritarias. De ser así, el discurso de la securitización en torno a la tecnología china habría ganado cierta tracción en la región, especialmente dados los esfuerzos de Estados Unidos por incluir el tema en las conversaciones bilaterales. 

En términos generales, los gobiernos latinoamericanos tienden a evaluar los asuntos entre Estados Unidos y China a través de un lente geopolítico, que crea una equivalencia entre Estados Unidos y China como dos grandes potencias que compiten por la hegemonía. En consecuencia, las preocupaciones de Estados Unidos por la seguridad regional frente a China son generalmente desestimadas o presentadas como intentos de frenar la expansión de China. Dado el accidentado historial de intervención de EE.UU. en Latinoamérica y el Caribe, los países de la región tienen razones válidas para mostrarse escépticos cuando EE.UU. trae a la mesa una agenda de seguridad. Los esfuerzos de Washington por enmarcar en el ámbito de la seguridad el debate sobre China —su gobierno y sus empresas— están condenados al fracaso.

En una entrevista concedida a Foreign Policy en 2023, Eric Farnsworth, vicepresidente de la Sociedad de las Américas y del Consejo de las Américas, una organización empresarial dedicada a los asuntos políticos y económicos del hemisferio occidental, afirmó: “Si Estados Unidos no presenta una agenda económica significativa para la región, esta se volcará a quien sí lo haga. ¿Y quién es la opción obvia? Quien tiene el dinero: China”. Como sugieren las entrevistas realizadas para este informe, la expansión de Huawei en Latinoamérica es, en parte, una confirmación del análisis de Farnsworth.

Estados Unidos debería centrarse en alcanzar objetivos realistas, y una meta viable es reducir, no eliminar, la huella comercial de China en la región. Un paso en esa dirección sería enmarcar los lazos bilaterales en torno a temas relevantes para los gobiernos latinoamericanos —como el desarrollo económico, la inversión extranjera directa y el acceso a financiamiento internacional— y no en torno a China y las amenazas que representa. En resumen, la política estadounidense para Latinoamérica y el Caribe no debería ser una política sobre china disfrazada.

Aunque las entrevistas nos dan una idea de cuáles son los puntos fuertes de Huawei, también arrojan luz sobre sus puntos débiles. Todos los entrevistados que habían trabajado tanto para Huawei como para uno o varios de sus competidores afirmaron que preferían trabajar para la competencia. Así mismo, los que solo habían trabajado para Huawei afirmaron que, si se presentara la oportunidad, preferirían trabajar para una empresa europea, japonesa, surcoreana o estadounidense. La principal razón citada fueron las mejores condiciones de trabajo. Sus preferencias apuntan a una ventaja competitiva para las empresas estadounidenses y las de países aliados a la hora de adquirir y retener a los mejores talentos, y esto debería servir de incentivo para que las empresas estadounidenses inviertan en la región.

En general, Estados Unidos debería centrarse en las oportunidades que surgirán del floreciente sector de las telecomunicaciones en Latinoamérica y el Caribe, en lugar de obsesionarse con los logros de Huawei u otras empresas chinas de TIC. En 2021, el 96% de la población de Latinoamérica tenía acceso a cobertura móvil, y el 70% —unos 440 millones de personas— utilizaba teléfonos móviles. Mientras tanto, los gobiernos y los proveedores de servicios siguen esforzándose por conectar a los 230 millones de personas restantes que se enfrentan a obstáculos —no relacionados con la cobertura— para utilizar un teléfono móvil. Agencias estadounidenses como la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo pueden ayudar a impulsar la inversión del sector privado en estas áreas. Del mismo modo, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional haría bien en centrar parte de su cartera en Latinoamérica y el Caribe para el desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones, especialmente en zonas de difícil acceso. Este tipo de esfuerzos respondería a las necesidades locales y, al mismo tiempo, contrarrestaría la participación de China.

Junto con los esfuerzos de desarrollo de infraestructuras, existe una oportunidad significativa para apoyar el mercado de las start-ups de tecnología en Latinoamérica. Un informe de 2021 del Banco Interamericano de Desarrollo reveló que este mercado creció exponencialmente durante la década anterior, y alcanzó un valor de mercado de 221 mil millones de dólares en 2020. Más de mil start-ups de tecnología han recaudado colectivamente 28 mil millones de dólares, y muchas de ellas se centran en tecnologías digitales que compiten directamente con Huawei y otras empresas chinas de TIC en áreas como el almacenamiento de datos y los servicios de tecnología financiera. 

Con más de 245 mil empleados y contribuciones significativas al PIB de la región, estas empresas representan un frente vital en el que Estados Unidos, que ya es uno de los principales inversionistas en start-ups latinoamericanas, puede reforzar su participación. Al fomentar un mercado de servicios tecnológicos diverso y robusto, Estados Unidos puede ayudar a reducir la dependencia de la región de la tecnología china, incluyendo la de Huawei. Este enfoque estratégico de apoyar tanto el desarrollo de infraestructura como el crecimiento de start-ups podría contrarrestar eficazmente el dominio de Huawei en la región, al tiempo que promovería el crecimiento económico y la innovación tecnológica.

A la luz de estas consideraciones, Estados Unidos debería adoptar una estrategia multifacética que aborde las complejas dinámicas en juego en Latinoamérica y el Caribe. En lugar de centrarse únicamente en contrarrestar la influencia de Huawei y China, Estados Unidos debería capitalizar su destreza tecnológica y su capacidad para fomentar la innovación y el desarrollo de las empresas TIC. Al invertir y colaborar con el vibrante ecosistema de nuevas empresas tecnológicas de la región, Estados Unidos podría presentar una alternativa atractiva que se ajuste a las necesidades y prioridades de la región. Es probable que este enfoque dé lugar a asociaciones más sustanciales y duraderas que una estrategia centrada en la competencia geopolítica. De este modo, Estados Unidos no solo contribuiría al avance tecnológico y económico de los países de Latinoamérica y el Caribe, sino que también fomentaría un mercado robusto y diverso, menos susceptible a la influencia de un único actor externo. Este enfoque equilibrado y proactivo se alinea tanto con las aspiraciones de las naciones de Latinoamérica y el Caribe como con los intereses estratégicos a largo plazo de Estados Unidos.

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