China y la crisis del fentanilo: desafíos e impacto en América Latina
El avance del tráfico de fentanilo plantea desafíos emergentes para América Latina y el Caribe, no solo por el potencial incremento del consumo interno, aún limitado, sino por la consolidación de la región como espacio logístico clave en las rutas internacionales del narcotráfico. La producción ilícita de este opioide sintético depende de precursores químicos provenientes en su mayoría de China, donde operan numerosas compañías que, pese a los controles oficiales, logran exportar estas sustancias hacia América del Norte a través de distintos canales. En México, los cárteles han desarrollado capacidades técnicas y operativas para la síntesis y distribución de fentanilo con destino final en Estados Unidos. Aunque recientemente se han firmado acuerdos entre China y EE.UU. para restringir determinadas exportaciones, persisten limitaciones normativas y operativas que dificultan una fiscalización efectiva. En América Latina, si bien la producción sigue concentrada en México, el fortalecimiento de redes criminales, sumado a la expansión de infraestructuras estratégicas como el puerto de Chancay, plantea escenarios de riesgo para la seguridad regional.

La crisis del fentanilo está adquiriendo mayor relevancia en los países de América Latina y el Caribe, principalmente como resultado del aumento en el tráfico de precursores químicos provenientes de China por operadores criminales en México, responsables de la fabricación y distribución de este opioide sintético hacia Estados Unidos (EE.UU). Pese a que su consumo aún no ha alcanzado niveles críticos en la mayoría de los países de la región, las autoridades se mantienen en alerta debido a su extrema letalidad y el potencial crecimiento de su mercado en los próximos años; más aún cuando el control y la regulación de los precursores químicos provenientes de Asia continúan representando un desafío.
Desde 2012, China ha desempeñado un rol significativo en la crisis del fentanilo, al ser el principal proveedor de gran parte de los precursores químicos utilizados para la fabricación de este opioide y otras drogas sintéticas, como la metanfetamina. Se estima que al menos 188 empresas farmacéuticas chinas, situadas particularmente en las provincias de Hebei y Hubei, elaboran precursores y pre-precursores químicos esenciales para su producción. Varias de estas compañías han sido vinculadas al Partido Comunista de China (PCCh), en vista de que operan bajo la protección de figuras influyentes que requieren apoyo financiero para escalar dentro del partido, una alianza conocida como la “mafia roja”.
“Desde 2012, China ha desempeñado un rol significativo en la crisis del fentanilo, al ser el principal proveedor de gran parte de los precursores químicos utilizados para la fabricación de este opioide y otras drogas sintéticas, como la metanfetamina.”
El gobierno de la República Popular China (RPCh), bajo el control del PCCh, mantiene una política antidrogas estricta en el Sudeste Asiático y el Pacífico. Sin embargo, su cooperación en la aplicación de la ley tiende a ser altamente selectiva, interesada y subordinada a sus intereses geopolíticos, ocasionando que las medidas regulatorias para hacer frente a la crisis del fentanilo disten de ser transparentes. Medidas que, por el contrario, responden a una táctica enmarcada en la doctrina de guerra híbrida, al considerar la lucha internacional contra el narcotráfico como una herramienta al servicio de sus intereses estratégicos.
Aunque en mayo de 2019 el gobierno chino incorporó todos los derivados del fentanilo y dos precursores clave en su lista de sustancias narcóticas prohibidas; la restricción se limitó a la producción de su versión final, posibilitando la fabricación de los precursores químicos necesarios para la creación del opioide sintético. De acuerdo con la investigación realizada por el Comité Selecto sobre la Competencia Estratégica entre Estados Unidos y el Partido Comunista Chino (PCC), perteneciente a la Cámara de Representantes, el gobierno de la RPCh otorga subvenciones directas a empresas vinculadas con el tráfico de drogas, al tiempo que elude las acciones investigativas necesarias para sancionar a las empresas que ofrecen de manera abierta estos precursores en internet.
“El gobierno de la RPCh otorga subvenciones directas a empresas vinculadas con el tráfico de drogas, al tiempo que elude las acciones investigativas necesarias para sancionar a las empresas que ofrecen de manera abierta estos precursores en internet.”
En efecto, se ha determinado que esta red de empresas químicas utiliza diversas páginas web como plataformas de venta para ofrecer productos semiacabados, eludiendo así restricciones legales en China. Estos precursores, al requerir procesamiento adicional para convertirse en un producto terminado, permiten que algunas empresas químicas gestionen actividades comerciales bajo una fachada de legalidad.
Un ejemplo de ello es el caso revelado por InSight Crime sobre MicroDroper, una compañía con sede en China que operaba tanto en la red abierta como en la dark web, proporcionando un amplio catálogo de productos químicos vitales para la fabricación de fentanilo. Esta compañía demostró tener un vínculo con la empresa china The Grateful Chemicals (TGC-RC Chemicals), que también ofrecía una gran variedad de precursores químicos mediante códigos cifrados, accesibles para cualquier tipo de comprador. Mientras que, otras empresas facilitaban su envió internacional y ofrecían recetas detalladas para la producción de este opioide sintético que puede ser hasta 50 veces más potente que la heroína.
En cuanto a la cadena de suministro del fentanilo y sus precursores, compradores independientes y vinculados a organizaciones criminales en México adquieren sustancias químicas como la n-(tert-butoxicarbonil)-4-piperidona, utilizadas regularmente por los cárteles mexicanos para la producción de drogas sintéticas. Posteriormente, estas son distribuidas a mayoristas en Estados Unidos mediante diversas redes de transporte que involucran actores legales e ilegales que son pieza clave dentro una red mucho más compleja.
En agosto de 2024, la administración del expresidente de los EE.UU., Joe Biden, anunció un acuerdo con China para imponer controles en la producción de químicos esenciales utilizados para la fabricación de fentanilo. Como resultado, el gobierno chino anunció que, a partir del 1 de septiembre, tres ingredientes químicos serían sometidos a controles: 4-AP, 1-boc y Norfentanilo. “China siempre ha otorgado gran importancia a la cooperación internacional en la lucha contra las drogas y está dispuesta a cooperar con países de todo el mundo, incluidos Estados Unidos”, comunicó Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington.
No obstante, persiste el escepticismo respecto a las nuevas regulaciones implementadas por el gobierno chino sobre la producción y comercialización de los precursores químicos necesarios para fabricar fentanilo. En su ensayo, John Coyne, experto en mercados de drogas ilícitas del Instituto de Políticas Estratégicas de Australia, indica que existe una variedad de precursores que aún no se encuentran regulados en China, a lo que se suma la evidencia sobre la complicidad de funcionarios chinos con el comercio de fentanilo: «Existen vínculos entre algunas de estas empresas químicas y funcionarios del gobierno chino; de hecho, anuncian esos vínculos en línea», señaló Coyne.
Otros analistas sostienen que, aunque el país asiático logre avanzar en la implementación de regulaciones más estrictas, detener el suministro de precursores químicos puede resultar en una tarea imposible. Por un lado, Jonathan Caulkins, experto en la crisis del fentanilo de la Universidad de Carnegie Mellon, sostiene que los precursores químicos para la fabricación de fentanilo son relativamente simples de sintetizar y son de fácil acceso, lo que dificulta el control de cada compuesto capaz de producir una versión de la droga sintética.
“Existen vínculos entre algunas de estas empresas químicas y funcionarios del gobierno chino; de hecho, anuncian esos vínculos en línea”, señaló John Coyne, del Instituto de Políticas Estratégicas de Australia.
Por otro lado, Greg Midgette, especialista en mercados de drogas ilícitas en la Universidad de Maryland, asegura que rastrear y bloquear las fuentes de químicos utilizados para la producción de fentanilo representaría un desafío monumental. «Probablemente veríamos adaptaciones dentro de China o en otros Estados donde los precursores no están tan regulados», asegura.
En América Latina y el Caribe, con excepción de la producción ilegal de fentanilo en México por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, destinada al tráfico hacia Estados Unidos, las principales incautaciones del opioide han ocurrido en casos aislados de desvió desde centros médicos u hospitales para su distribución ilegal. Esta situación se ha registrado en varios países de la región, incluidos Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Panamá y Venezuela. No obstante, la presencia de redes criminales vinculadas a los cárteles mexicanos en la región, responsables de la comercialización de los precursores químicos y la síntesis de la droga, aún representan una amenaza ante el posible aumento por el consumo de fentanilo en los países latinoamericanos en los próximos años.
Pese a que las dinámicas de consumo de drogas en los países de la región difieren de la actual crisis del fentanilo en Canadá y Estados Unidos, en este último caso impulsada por el aumento en la prescripción de opioides para el tratamiento del dolor y las enfermedades crónicas desde los años 90, algunos productores independientes de fentanilo en México pueden adaptarse a nuevos métodos de producción en respuesta al endurecimiento de las regulaciones y controles sobre la cadena de suministro de precursores químicos, impulsado por la nueva administración del presidente Trump en 2025. Como consecuencia, las organizaciones criminales en México pueden incursionar hacia mercados más accesibles en América Latina y el Caribe, donde drogas sintéticas como el tusi (cocaína rosa), el éxtasis y la ketamina cuentan con una demanda establecida.
Adicionalmente, tras la inauguración del megapuerto de Chancay en Perú, en noviembre de 2024, se han intensificado las alertas sobre una posible proliferación del tráfico de drogas sintéticas en la región. Esto debido a que más del 80% de los precursores químicos utilizados en América del Sur para la fabricación de fentanilo y metanfetamina provienen de China, lo que aumenta la probabilidad de que ingresen a través de Chancay bajo la protección del Estado chino y con un control externo limitado, similar al hermetismo observado en la estación espacial china ubicada en Neuquén, Argentina.
“Tras la inauguración del megapuerto de Chancay en Perú, […] más del 80% de los precursores químicos utilizados en América del Sur para la fabricación de fentanilo y metanfetamina provienen de China, lo que aumenta la probabilidad de que ingresen a través de Chancay bajo la protección del Estado chino.”
En conclusión, aunque el consumo de fentanilo aún no ha alcanzado niveles críticos en los países latinoamericanos, persisten las alertas ante posibles amenazas a la seguridad regional derivadas de un mercado emergente de opioides sintéticos. La articulación de redes criminales transnacionales, la capacidad de adaptación de los cárteles mexicanos frente al endurecimiento de los controles sobre la cadena de suministro, y el fortalecimiento de la infraestructura portuaria – como el megapuerto de Chancay – configuran escenarios propicios hacia el incremento en el tráfico de precursores químicos provenientes de China, utilizados para la fabricación de drogas sintéticas. En este escenario, por tanto, surgen nuevos y complejos desafíos en materia de seguridad, que pueden cuestionar la capacidad institucional de los Estados en la región al momento de afrontar una crisis de esta naturaleza.
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