Expansión china en América Latina: análisis del caso BYD en Bahía
Foto: El País / Joa Souza (Reuters).
La construcción de la planta de vehículos eléctricos de BYD en Camaçari, estado de Bahía, Brasil, es un proyecto emblemático de la creciente influencia china en América Latina y de las transformaciones económicas que China busca consolidar en la región. Esta planta, proyectada para comenzar a producir en marzo de 2025, representa no solo una inversión estratégica que creará hasta 20,000 empleos para 2026, sino también un cambio simbólico al ocupar el vacío dejado por Ford tras su retirada en 2021. Con una capacidad de producción de 150,000 vehículos el primer año, BYD busca duplicar esa cifra en el segundo, consolidándose como un actor clave en el mercado latinoamericano, un terreno donde compite directamente con Tesla por el liderazgo global en la industria de vehículos eléctricos. Este proyecto también refuerza los esfuerzos del gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva hacia la reindustrialización y sostenibilidad, fortaleciendo las credenciales “verdes” de Brasil.
Sin embargo, el avance de este ambicioso proyecto se ha visto empañado por graves acusaciones de explotación laboral. En diciembre de 2024, inspectores del Ministerio de Trabajo brasileño rescataron a 163 trabajadores chinos que participaban en la construcción de la planta en condiciones análogas a la esclavitud. Las denuncias incluyeron jornadas laborales excesivas, condiciones de alojamiento insalubres, retención de pasaportes y otras violaciones de derechos laborales. Este incidente, atribuido a la empresa contratista Jinjiang Group, generó un fuerte rechazo tanto en Brasil como en China, donde las acusaciones fueron percibidas como un intento de dañar la relación bilateral. En respuesta, BYD afirmó haber cortado relaciones con Jinjiang Group, aunque el escándalo ha derivado en la suspensión de la emisión de visados temporales para trabajadores de la empresa en Brasil.
La planta de BYD, más allá de su relevancia económica, es un símbolo de la creciente competencia geopolítica en América Latina entre China y Estados Unidos. Por un lado, China refuerza su posición mediante inversiones en infraestructura, como el reciente puerto de Chancay en Perú, mientras que, por otro lado, Brasil busca mantener un equilibrio en su política exterior para atraer inversiones sin alienar a ninguna potencia. La relación Pekín-Brasilia, marcada por el interés mutuo en avanzar en proyectos estratégicos, enfrenta desafíos derivados de este incidente, que subraya las tensiones entre el rápido avance económico y los estándares sociales y laborales. La audiencia programada para enero de 2025 con BYD y Jinjiang Group será clave para definir los pasos a seguir y evaluar las implicaciones del caso en la expansión de empresas chinas en la región.
Nota principal:
BYD en Brasil: del desembarco triunfal chino a un escándalo de semiesclavitud – El País
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