Evaluaciones de la RPC sobre las relaciones entre China y América Latina
El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés) es una organización de investigación de políticas bipartidista y sin fines de lucro dedicada a promover ideas prácticas para abordar los mayores desafíos del mundo.
Por su parte, Interpret China es un proyecto dirigido por el CSIS que busca ofrecer una comprensión más objetiva de China mediante la traducción y análisis de fuentes primarias. Su objetivo es mejorar el acceso a información clave para responsables de políticas, empresas, investigadores, periodistas y el público en general. Creado en febrero de 2022 con el apoyo de la Fundación Ford y la Corporación Carnegie de Nueva York, el proyecto selecciona documentos relevantes con la colaboración de expertos para proporcionar información estratégica sobre temas de interés.El siguiente artículo fue publicado por CSIS el 14 de febrero de 2025.
El siguiente artículo fue publicado por CSIS el 14 de febrero de 2025.
A medida que China busca ampliar su influencia geopolítica, América Latina se ha convertido en lo que algunos académicos chinos llaman “la nueva frontera” de la diplomacia. ¿Cómo percibe Beijing estratégicamente a América Latina? ¿Qué nos dice esto sobre la relación de China con Estados Unidos en la región? Tres expertos de EE.UU., Colombia y Argentina analizan la evaluación china sobre América Latina.
Los documentos recientemente traducidos y analizados incluyen:
- Cooperación China–América Latina en la Iniciativa de la Franja y la Ruta en el contexto de cambios nunca vistos en un siglo, de Cao Ting, investigador asociado del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Fudan, y Cheng Yiyang, profesor del Departamento de Español de la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad de Fudan.
- La construcción conjunta de la Franja y la Ruta por parte de China y América Latina: avances, desafíos y perspectivas, de Lou Yu, investigador asistente del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales.
- Características, motivaciones y desafíos en la transformación de las relaciones China–América Latina, de Cui Shoujun, profesor asociado de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de China y director del Centro de Estudios Latinoamericanos.
Comentarios de los expertos:
R. Evan Ellis
Profesor de Investigación en Estudios Latinoamericanos, Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU.
En tres obras traducidas de Cao Teng y Cheng Yiyang, Lou Yu, y Cui Shoujun, los temas que no se discuten parecen arrojar más luz sobre el pensamiento académico chino hacia América Latina que los temas que sí se abordan.
Cabe destacar que los tres trabajos hacen referencia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), lo que sugiere que este marco, sancionado oficialmente, influye en el pensamiento de la República Popular China (RPC) más allá de ser simplemente un eslogan de relaciones públicas en su compromiso con América Latina y otros socios.
Sin embargo, ninguno de los documentos menciona otros programas más recientes de China, como la Iniciativa para el Desarrollo Global, la Iniciativa para la Civilización Global y la Iniciativa para la Seguridad Global, que han sido introducidos en los últimos años para complementar la BRI y dotar el compromiso de la RPC con la región de un carácter más estratégico y político.
Más allá de estos marcos, ninguno de estos tres artículos aborda la dimensión de seguridad de las actividades de la RPC, ni otras preocupaciones no económicas que juegan un papel cada vez más importante en la discusión sobre su participación en Estados Unidos y América en general. Por ejemplo, ninguno menciona las ventas y donaciones de armas de la RPC, su entrenamiento a militares y policías latinoamericanos, su papel en intercambios y ejercicios militares en la región, la presencia de empresas privadas de seguridad chinas o incluso la participación china en el sector espacial.
Otros temas notoriamente ausentes incluyen el reconocimiento de Taiwán por parte de siete gobiernos de América Latina y el Caribe, así como los esfuerzos de la RPC para cambiar la postura de estos gobiernos. Tampoco se mencionan los intercambios entre personas organizados por China, en los que participan políticos, jueces, policías, periodistas, académicos y otras figuras estratégicamente importantes de la región. Asimismo, no se aborda la participación de la RPC en instituciones multilaterales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el BRICS, ni el uso de este último, junto con acuerdos bilaterales como los swaps bancarios y contratos, para promover el yuan como alternativa al dólar.
Los documentos tampoco incluyen discusiones sobre las preocupaciones occidentales respecto a cómo la expansión del comercio, las relaciones empresariales y las compañías e instituciones financieras de la RPC en la región han facilitado actividades delictivas. Entre ellas, la producción y venta de fentanilo y sus precursores, el lavado de dinero, la participación china en la cadena de valor de la minería ilegal, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) por parte de la flota de aguas profundas china, el tráfico de vida silvestre y la trata de personas en la región, en la que están involucradas mafias chinas y comunidades étnicas.
Los documentos también prestan poca atención a las actividades de la RPC en áreas cercanas a Estados Unidos, como América Central y el Caribe, a pesar de los avances políticos y comerciales recientes en países como Mexico, Honduras, y Nicaragua. De manera similar, tampoco se abordan las dificultades comerciales y la oposición política que han enfrentado la RPC y sus empresas en la región, incluyendo problemas con importantes proyectos energéticos en Ecuador y los gobiernos de Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei en Argentina. De hecho, hay una ausencia casi total de referencias a preocupaciones sobre el desempeño de las empresas chinas en la región, incluidos problemas contractuales, defectos, conflictos sociales y cuestiones medioambientales relacionadas con sus proyectos y otras actividades.
Es difícil determinar si estos tres trabajos representan el pensamiento del gobierno chino sobre América Latina más allá de la comunidad académica. No obstante, los autores mantienen una coherencia con sus propios trabajos en inglés y con otros académicos radicados en la RPC. Si bien las omisiones señaladas podrían ser idiosincráticas, es más probable que reflejen desincentivos dentro de la comunidad académica china para escribir sobre temas sensibles, especialmente de manera autocrítica.
En el contexto del creciente triunfalismo chino, impulsado por su ascendente poder económico y militar durante el inédito tercer mandato del presidente Xi Jinping, evitar estos temas—o cualquier asunto que pueda presentar a Pekín de manera negativa—podría tener consecuencias adversas para la RPC y sus empresas. Esto podría llevar a que figuras gubernamentales y comerciales chinas sobrestimen las oportunidades de beneficio en la región, subestimando o pasando por alto las fuentes de fricción y preocupación, tanto en América Latina como en Estados Unidos, que podrían generarles problemas en el futuro.
Parsifal D’Sola Alvarado
Fundador y Director Ejecutivo de la Fundación Andrés Bello – Centro de Investigación China-América Latina
Las relaciones entre China y los países de América Latina y el Caribe (ALC) han evolucionado significativamente en las últimas dos décadas. Lo que comenzó como una relación económica impulsada por el auge de las materias primas en la década de 2000 se ha transformado en una red compleja de intercambios políticos y económicos que varían ampliamente entre países. Sin embargo, esta diversidad no se refleja en tres artículos recientes de Cui Shoujun, Lou Yu, y Cao Ting y Cheng Yiyang. Estos textos ejemplifican las limitaciones de la academia china en los estudios sobre América Latina, priorizando la alineación con la narrativa de la República Popular China (RPC) sobre un análisis académico crítico y equilibrado.
En particular, estos artículos son más descriptivos que analíticos. Evitan discutir las deficiencias de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), un aspecto crucial para comprender la política exterior de la RPC en América Latina y el Caribe. Los resultados de la BRI en la región han sido dispares: mientras algunos proyectos han sido exitosos, otros han enfrentado retrasos, mala gestión y corrupción, generando reacciones negativas por parte de gobiernos y sociedades locales. En algunos casos, los acuerdos de la BRI han servido como base para una mayor cooperación bilateral; en otros, han sido poco más que gestos políticos.
Otro problema es la manera en que los autores presentan el papel de Estados Unidos. Describen las acciones estadounidenses en la región principalmente como obstáculos para la cooperación entre la RPC y ALC, reduciendo la dinámica a una competencia estratégica. Esta perspectiva ignora décadas de programas de ayuda, inversión y apoyo institucional liderados por Estados Unidos, que han moldeado significativamente el desarrollo regional. También pasa por alto las afinidades culturales entre Estados Unidos y América Latina. Si bien los autores destacan la historia de intervenciones estadounidenses en la región—un factor importante, pero no exclusivo—, fallan en capturar la complejidad de las relaciones entre ALC y EE.UU., reduciéndolas a una simple rivalidad geopolítica.
Además, los autores asumen que los países latinoamericanos aceptan universalmente una relación más estrecha con China, retratando a la región como un receptor pasivo de la influencia china. Esta visión ignora la diversidad de contextos nacionales y la capacidad de agencia de los gobiernos regionales. Con la excepción de regímenes autoritarios como Cuba, Nicaragua y Venezuela, la mayoría de los países buscan equilibrar sus relaciones con China, Estados Unidos y otros socios en lugar de alinearse con un bloque o potencia en particular. La reticencia a profundizar los lazos con China no siempre se debe a la presión de EE.UU., sino también a preocupaciones legítimas sobre deuda, soberanía, desindustrialización, transparencia y otros factores.
Asimismo, los artículos presentan un sesgo claro a favor de los gobiernos de izquierda, retratándolos como más cooperativos con China, mientras que los gobiernos de derecha aparecen como obstáculos, generalmente debido a la influencia de EE.UU. Esta visión reduccionista ignora que tanto gobiernos de izquierda como de derecha enfrentan desafíos similares al interactuar con la RPC o cualquier otro actor externo relevante, incluido Estados Unidos.
La dependencia exclusiva de fuentes oficiales chinas también limita el análisis de estos artículos. Por ejemplo, China frecuentemente agrupa indicadores financieros sin distinguir entre préstamos e inversión extranjera directa, lo que dificulta evaluar con precisión la naturaleza de su compromiso económico en la región.
A pesar de estas deficiencias, los artículos ofrecen información valiosa sobre los intereses estratégicos de China en ALC, lo que puede servir para informar la toma de decisiones regional y destacar áreas para futuras investigaciones académicas. En primer lugar, subrayan que EE.UU. sigue siendo una variable central en la política exterior china, percibido principalmente a través de un prisma geopolítico. En segundo lugar, presentan la BRI como el eje de la estrategia de China en la región, promovida como una solución a problemas estructurales como la falta de infraestructura y la necesidad de diversificación económica.
Los autores también enfatizan la importancia de los recursos naturales y productos agrícolas para China, lo que se alinea con su estrategia de estabilizar cadenas de suministro y garantizar la seguridad alimentaria. Del mismo modo, el enfoque en proyectos de infraestructura refleja la intención de la RPC de integrarse profundamente en las economías latinoamericanas, consolidando su influencia en sectores clave como el transporte, las redes eléctricas y la conectividad comercial.
Además, los artículos resaltan los esfuerzos de China en el ámbito del poder blando, como los Institutos Confucio, intercambios académicos y programas culturales, diseñados para generar buena voluntad y contrarrestar el escepticismo sobre su creciente presencia. De manera implícita, también sugieren que China está desarrollando una mayor conciencia de la diversidad política en ALC, lo que podría mejorar su capacidad de evaluación de riesgos en la región. Entre líneas, se reconoce la necesidad de que las empresas chinas mejoren su cumplimiento de normativas locales.
Si bien los artículos son fundamentalmente descriptivos, sirven como indicadores útiles de las prioridades políticas de China. Revelan un enfoque multifacético que busca profundizar los lazos económicos, avanzar en objetivos geopolíticos y fortalecer la influencia cultural, todo ello en el contexto de la competencia estratégica con Estados Unidos en la región.
Juliana González Jáuregui
Investigadora, FLACSO Argentina
La creciente presencia de China en América Latina, particularmente a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), se ha convertido en un tema esencial de análisis. Académicos como Cao Ting, Cheng Yiyang, Lou Yu y Cui Shoujun han explorado las dimensiones económicas y geopolíticas de la participación de China en la región. Sin embargo, si bien sus análisis ofrecen perspectivas valiosas sobre el compromiso chino, a menudo pasan por alto factores sociales, ambientales y políticos críticos que podrían moldear los resultados a largo plazo de estas interacciones.
Cao Ting y Cheng Yiyang presentan la BRI como un mecanismo para fomentar la cooperación económica y reducir las desigualdades regionales mediante el desarrollo de infraestructura. No obstante, su estudio aborda de manera insuficiente las consecuencias sociales y ambientales de estas inversiones chinas, especialmente en sectores como los minerales críticos. Estos proyectos han generado preocupaciones significativas, incluida la resistencia indígena, la degradación ambiental y el incumplimiento de normativas locales. Al no considerar plenamente estas tensiones, su análisis subestima el potencial de conflictos sociales y ecológicos que podrían socavar la sostenibilidad de las iniciativas de China en América Latina.
De manera similar, Lou Yu enfatiza la BRI como un camino hacia el multilateralismo y el desarrollo de alta calidad. Sin embargo, esta perspectiva asume una homogeneidad entre los países latinoamericanos en cuanto a su orientación política y su relación con China. Por ejemplo, el trabajo de Lou se centra predominantemente en asociaciones con gobiernos de izquierda, sin considerar los posibles desafíos que representan líderes de derecha emergentes como Javier Milei en Argentina, cuyas políticas introducen nuevas dinámicas. Además, este análisis no examina adecuadamente el papel de los gobiernos subnacionales, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales. Estos actores a menudo desempeñan un papel decisivo en la implementación de inversiones extranjeras, ya sea facilitando o dificultando los planes de China.
El trabajo de Cui Shoujun destaca la complementariedad económica entre China y América Latina, enfocándose en los flujos de comercio e inversión. Sin embargo, minimiza las tensiones socioambientales asociadas con estas inversiones. Por ejemplo, la extracción de minerales críticos ha provocado con frecuencia resistencia local debido a preocupaciones sobre los impactos ambientales y el desplazamiento de comunidades indígenas. Además, el énfasis de Cui en promover la cooperación económica y maximizar las oportunidades comerciales pasa por alto los riesgos de dependencia de los recursos y no explora estrategias para fomentar el desarrollo. Temas como la transferencia de tecnología, la integración en cadenas de valor y la diversificación económica a largo plazo siguen sin abordarse en profundidad, lo que limita la aplicabilidad del artículo para la formulación de políticas.
Estas lagunas en la literatura existente revelan una tendencia más amplia a priorizar las consideraciones económicas y geopolíticas sobre las complejidades sociales, ambientales y políticas que moldean las relaciones sino-latinoamericanas. Sin una comprensión más matizada de estos factores, existe el riesgo de una falta de alineación entre las expectativas de China y las realidades sobre el terreno en América Latina.
Para actores externos como Estados Unidos, estos análisis proporcionan una base útil para comprender el papel de China en la región. Sin embargo, también resaltan la necesidad de abordar implicaciones más amplias que van más allá de los indicadores económicos. A medida que los minerales críticos y las tecnologías de energía renovable se vuelven centrales en las estrategias globales de China y Estados Unidos, comprender la interrelación entre factores económicos, sociales y ambientales se vuelve crucial para formular políticas efectivas. Esto es especialmente importante porque China presenta sus inversiones como mutuamente beneficiosas, mientras que Estados Unidos a menudo las percibe como un desafío estratégico.
Si bien los expertos citados ofrecen perspectivas valiosas sobre la participación de China en América Latina, sus análisis se beneficiarían de un enfoque más integral que abarque las dimensiones sociales, ambientales y políticas de estas interacciones. Al considerar los riesgos de la dependencia de los recursos, las oportunidades para la transferencia de tecnología y la importancia de una gobernanza inclusiva, China y los países latinoamericanos pueden gestionar mejor los desafíos de sus asociaciones. Para Estados Unidos, una comprensión más profunda de estas dinámicas también es esencial para interactuar de manera efectiva con la región y responder al cambiante panorama de las relaciones sino-latinoamericanas.
R. Evan Ellis, Parsifal D’Sola Alvarado y Juliana González Jáuregui, “Evaluaciones de la RPC sobre las relaciones entre China y América Latina,” Interpret: China, Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, 14 de febrero de 2025, última modificación el 18 de febrero de 2025, https://interpret.csis.org/prc-assessments-of-china-latin-america-relations/.