El puerto de Chancay: un nuevo eje estratégico en el comercio transpacífico y la influencia china en América Latina
Foto: Presidencia Perú Flickr.
La reciente visita de Xi Jinping a Perú, en el marco de la Reunión de Líderes Económicos del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), marcó dos hitos clave en las relaciones sino-peruanas: la actualización del Tratado de Libre Comercio y la inauguración del megapuerto de Chancay. Este último, financiado mayoritariamente por la estatal china Cosco Shipping, es considerado una obra emblemática de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). La inversión, que podría ascender a 3.400 millones de dólares, busca transformar el comercio transpacífico, reduciendo los tiempos de transporte entre América Latina y Asia de 45 a 23 días.
Parsifal D’Sola, director de la Fundación Andrés Bello, subraya que “el puerto de Chancay, aunque representa un proyecto de gran envergadura, no parece ser un game changer a nivel regional. En cuanto a las repercusiones con el nuevo gobierno en Washington, estas dependerán en gran medida de las políticas que la administración de Trump adopte hacia América Latina. Basándonos en su primer mandato, Trump ha promovido una política exterior de carácter transaccional, en la que las contrapartes deben ofrecer beneficios tangibles a los intereses estadounidenses para llegar a acuerdos. Todo indica que en su segundo gobierno esta política quid pro quo se profundizará”.
“Chancay será un punto estratégico de transbordo para carga de embarcaciones más pequeñas de Colombia, Ecuador y Chile con destino a Asia”. Para D’Sola, este puerto visibiliza el papel de Perú en la región emergente del “latino-pacífico” y refuerza la estrategia de China de consolidar su conectividad global. Y agrega: “China ha demostrado ser proactiva en llenar los espacios que EE. UU. deja vacíos en la región. Si Trump opta por ejercer presión política o económica sobre los países latinoamericanos para limitar o regular sus intercambios con China, es probable que esta postura genere rechazo, lo cual podría terminar abriendo aún más espacio para la participación china”.
Camilo Defelipe, académico e investigador de la Pontificia Universidad Javeriana, señala que “América Latina no será prioridad para Trump, por lo que Chancay podría ser una oportunidad para China. EE. UU. entiende a Chancay como una plataforma de influencia china en Suramérica. Posiblemente Washington restrinja las importaciones peruanas de origen chino”.
Por otro lado, Stephen Chan, profesor de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, argumenta lo siguiente: “Todo el mundo está especulando sobre una guerra comercial entre EE. UU. y China, y será más difícil de librar de lo que se suele pensar. China tiene considerables intereses financieros en EE. UU. y, por lo tanto, cierto grado de influencia. Ambas partes pueden jugar duro. Sin duda, habrá un cierto endurecimiento de los protocolos comerciales y algunos nuevos aranceles”.
En este sentido, el puerto de Chancay representa un hito en la estrategia de China para fortalecer su presencia en América Latina. Si bien no redefine completamente las dinámicas regionales, como señala D’Sola, consolida a Perú como un actor clave en el comercio transpacífico y refleja cómo China combina intereses económicos y geopolíticos para ampliar su influencia global.
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