Economía digital y geopolítica: la Ruta de la Seda Digital en América Latina y el Caribe
La Ruta de la Seda Digital (RSD) se compone por una serie de proyectos en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), dirigidos a impulsar el comercio digital, la infraestructura tecnológica y la interconectividad en los países que hacen parte del proyecto chino. La participación en el sector tecnológico de empresas chinas en América Latina y el Caribe (ALC) hace pertinente exponer el desarrollo de la RSD como parte de la IFR dentro de la región desde su implementación en 2018. El presente documento se divide en tres partes: en primer lugar, se contextualiza el desarrollo de la IFR. La segunda parte presenta el rol de ALC en la IFR, específicamente en la RSD. En la tercera y última sección se anuncian algunos de los proyectos que involucran empresas de innovación digital y tecnológica china dentro de los países de la región que hacen parte de la IFR. El desarrollo del documento parte de la base de que dichos proyectos integran la RSD en la medida en que cumplen con los objetivos trazados desde el inicio del Gobierno de Xi Jinping sobre la misma. Para concluir, se aborda la dinámica que ha tenido la RSD en ALC durante los últimos años y las perspectivas para su desarrollo.
Contextualización
En el año 2013, el Gobierno de Xi Jinping lanzó oficialmente la Iniciativa de la Franja y la Ruta como uno de los instrumentos de política exterior para la consecución de los objetivos de apertura comercial trazados por la República Popular China (RPCh) desde finales del Siglo XX. Para ese momento, la proyección de la iniciativa contemplaba la construcción de corredores ferroviarios y puertos marítimos que permitieran la conexión comercial entre China y Europa, esto, en tránsito por Asia Central como pivote geopolítico del mundo (Swaine, 2015). En los últimos años, el proyecto se ha ampliado en sus alcances tanto temáticos como geográficos, para convertirse en una propuesta de valor económico, político y estratégico, que abarca planes en los sectores de transporte, de energía y de telecomunicaciones en el mundo entero. Esta transformación de los objetivos iniciales de la IFR responde a la necesidad de proyectar el modelo de desarrollo de China a través de su principal instrumento de política exterior (Gómez, 2019).
La IFR es un proyecto multifacético que incluye un gran número de planes estratégicos para el desarrollo y expansión de la economía china de acuerdo con los modelos de producción trazados por el Gobierno (Parra, 2020). Para el año 2013, China se proyectaba como una economía basada en la producción manufacturera orientada hacia el consumo interno y la exportación. De allí, la necesidad de incrementar los corredores comerciales que facilitaran la exportación de las mercaderías producidas por China hacia Europa. De esta manera, junto con el acelerado crecimiento de la economía, la proyección económica del país asiático inició una transición hacia nuevas formas de producción compatibles con la cuarta revolución industrial. Es decir, el modelo de desarrollo de China ahora incluye la producción digital, la cual requiere de infraestructura tecnológica para el correcto funcionamiento de nuevas formas de negocio (Parra, 2020).
Así, sin dejar de lado sus objetivos en materia de infraestructura tradicional, la IFR también se expandió para incluir la digitalización de la economía en aspectos tales como la inteligencia artificial, la nanotecnología, el desarrollo de Big Data y las ciudades inteligentes (Xiangfei, 2019). Esta inclusión de nuevas formas productivas en la IFR fue expuesta públicamente por el presidente Xi Jinping en el marco del Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, en mayo de 2017, nombrándola como la Ruta de la Seda Digital (Xiangfei, 2019). De acuerdo con lo anterior, los incentivos iniciales para la concreción de este plan pueden parecer tan solo económicos; no obstante, la realidad es que se presenta como una estrategia geopolítica, la cual en los últimos años se ha materializado en una disputa comercial con los Estados Unidos, donde el desarrollo e implementación la tecnología 5G es fundamental (Arnakim et. al., 2021).
Igualmente, en los planes para el desarrollo de la iniciativa surge la necesidad de incluir nuevas zonas geográficas que permitan impulsar la economía china en el sistema internacional multipolar contemporáneo (Parra, 2020; Alisson et al., 2020; Patiño Villa, 2017). Es así como pareciera que la infraestructura que proponen los dirigentes chinos se presenta como una forma de estrategia geopolítica para ampliar su influencia por medio del internet (Shen, 2018). En este contexto, durante la II Reunión Ministerial del Foro CELAC – China, realizada en Santiago de Chile en enero de 2018, se hizo el lanzamiento de la IFR para ALC. Mediante este encuentro, la delegación china invitó a los países participantes a incorporarse a la iniciativa para profundizar la cooperación en materia de infraestructura, energía y, por supuesto, en economía digital (Foro CELAC-China, 2018). Desde entonces, quince países de la región se han sumado a la iniciativa a través de la firma de Memorandos de Entendimiento con el Gobierno de China, integrándose a los planes de la RSD como una de las facetas primordiales de la IFR. Estos países son: Antigua y Barbuda, Barbados, Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guyana, Jamaica, Panamá, Trinidad y Tobago, Venezuela y Uruguay (Koop, 2019).
América Latina y el Caribe en la geopolítica tecnológica de la IFR
Debido a la expansión geográfica que ha experimentado la IFR en los últimos años, resulta importante analizar las razones por las cuales la región de ALC ha sido incluida dentro de sus planes. Por esta razón, en el presente apartado se hará una breve descripción del valor económico, comercial y estratégico que representa la región en el actual sistema internacional. Además, se mencionarán los retos o necesidades que enfrenta la región y que se presentan como una oportunidad para el ingreso de la inversión china a través de la IFR, pero más específicamente de la RSD.
El valor económico de ALC está representado en el potencial de sus recursos naturales para el desarrollo de las formas tradicionales de producción basadas comúnmente en el petróleo o el carbón. Además, la región cuenta con un gran número de minerales necesarios para la transición energética a formas más limpias de producción como lo es el litio. En esta medida, ALC cobra valor en la construcción de nuevos modelos de desarrollo que incluyen la modernización energética (Li y Zhu, 2019). Teniendo en cuenta la importancia que a este asunto le ha impuesto el Gobierno del presidente Xi Jinping en los últimos años, la región de ALC presenta como una zona importante de tener en cuenta en los planes de política exterior de la RPCh. De hecho, la inversión de empresas chinas en el sector energético en ALC ha aumentado considerablemente en los últimos años, incluso en países que no pertenecen a la IFR, como Argentina o Colombia (Koop, 2019).
Ahora bien, en lo que respecta a la RSD, el valor económico de la región radica en el potencial de sus recursos humanos para el desarrollo de las nuevas tecnologías de la economía digital, como lo pueden ser los desarrollos en Inteligencia Artificial o Tecnología 5G. Por su parte, en lo que se refiere al valor comercial de la región, es menester mencionar que ALC cuenta con un mercado en expansión. Y, como afirma Xiangfei (2019), su clase media ha crecido rápidamente permitiéndole acceder a bienes y servicios cada vez con mayor regularidad. Esta característica es una oportunidad para la oferta china en diferentes sectores de la economía. Como se mencionó en el apartado anterior, la expansión comercial de China a través del tráfico de mercaderías impulsó su acercamiento con ALC, particularmente por la demanda de la clase media latinoamericana de productos de origen chino (Gélvez y Cachúz, 2021). Así mismo, en los últimos años y debido a la transición de las formas productivas globales, la demanda de los consumidores latinoamericanos, en lo que se refiere a servicios digitales y tecnológicos, ha ido en crecimiento (Xiangfei, 2019). De hecho, la pandemia por Covid-19 aceleró este proceso de transición económica debido a las necesidades laborales generadas por el confinamiento (Blanchette y Hillman, 2020). En este sentido, la inclusión de ALC en los proyectos de la RSD responde a las dinámicas de la oferta y la demanda de la actual economía digital.
Por otra parte, cabe mencionar el valor estratégico de ALC en el actual sistema internacional multipolar. La región ha sido reconocida tradicionalmente como un área de influencia estadounidense debido a su cercanía geográfica. No obstante, el Siglo XXI ha estado marcado por eventos con consecuencias globales que han cuestionado la hegemonía estadounidense en el sistema internacional, como lo son la lucha contra el terrorismo, la crisis económica del año 2008 y la aparición de nuevas formas de desarrollo económico (Serbin, 2018); estos eventos han suscitado la emergencia de una tendencia geopolítica hacia el multipolarismo y la pérdida de autoconfianza de Estados Unidos en la dirección del mundo (Patiño Villa, 2017).
Por su parte, en las últimas décadas China ha sabido aprovechar las ventajas comerciales como la IFR en todo el mundo (Gómez, 2019); así, ha experimentado un acercamiento con ALC como parte de la dinámica multipolar de la vida global (Koop, 2019). En este sentido, ALC se convierte en una zona de influencia estable que le permite a China expandir un poder comercial competitivo con el de los Estados Unidos (Baqués, 2017). La pugna por una mayor influencia en la región penetra también los campos de la economía digital, especialmente a través de la implementación de planes propios de la RSD (Xiangfei, 2019). Ahora, en el último año, la pandemia ha suscitado que esta disputa comercial en el campo digital se acelere significativamente (Blanchette y Hillman, 2020).
A pesar de las características señaladas que hacen de ALC una región atractiva para su inclusión en los planes de la RSD, también es importante reconocer sus necesidades. La infraestructura tecnológica en ALC es aún muy incipiente si se compara con la de los países desarrollados. De acuerdo con Xiangfei (2019), la inversión de los países que componen la región en cuestiones como la innovación y la tecnología está aún muy rezagada si se confronta con la inversión en el mismo rubro de Estados Unidos o la Unión Europea. Al mismo tiempo, la poca inversión que se lleva a cabo va dirigida a Hardware, y no a Software que, según Shen (2018), es el componente que realmente impulsa la economía digital, ya que la inversión en Software se materializa en la generación de plataformas digitales que impulsan los negocios y que hacen posible los desarrollos en Inteligencia Artificial, Tecnología 5G o construcción de ciudades inteligentes. Cabe resaltar que la RPCh se ha presentado en la región como un medio para solventar estas carencias que rezagan a ALC en las dinámicas económicas globales. Su ofrecimiento en este aspecto se presenta a través de la RSD como componente fundamental de la IFR.
Proyectos de alcance tecnológico para el desarrollo de la RSD en América Latina y el Caribe
Como se ha mencionado a lo largo de este documento, la RSD se ha convertido en una oportunidad para China de expandir su visión global por medio de la tecnología. Dicha expansión se genera a través de las empresas privadas que impulsan la iniciativa, obteniendo apoyo político, financiero y diplomático para su expansión comercial en el exterior (Shen, 2018). En este sentido, la RSD le permite a China crear mercados de exportación para sus grandes empresas con el impulso al comercio electrónico transfronterizo y la promoción a la cooperación económica digital. Por esta razón, en el presente apartado se exploran algunos de los proyectos empresariales que en el campo de la innovación y la tecnología han implementado las empresas chinas en ALC. Lo anterior, permitiéndole a Beijing crear todo un sistema de influencia económica y digital (Malena, 2021).
Es importante mencionar que no hay criterios oficiales para determinar qué proyectos hacen parte de la RSD particularmente y tampoco se han encontrado patrones para su identificación; no obstante, de acuerdo con los temas que el presidente Xi Jinping mencionó en su intervención del 2017, a la que se hizo referencia en líneas anteriores, es la otra variable para identificar los proyectos en ALC como parte de la iniciativa, pueden mencionarse algunos proyectos que cumplen con los requisitos para ser incluidos como parte de la RSD. Otro criterio para identificar proyectos de RSD es que muchos de estos megaproyectos suelen financiarse con préstamos de bancos como el EXIM (Export-Import Bank of China) (Jorge-Ricart, 2021).
Las inversiones en el sector tecnológico ya tenían grandes proyectos antes del anuncio de la RSD. Por ejemplo, en 2010, el Gobierno de Bolivia y el Banco de Desarrollo de China, firmaron un contrato de crédito por 295 millones de dólares para financiar la construcción del satélite Túpac Katari, puesto en órbita a finales de 2013 (Viceministerio de Comunicación del Estado Plurinacional de Bolivia, 2015).
Posterior al anuncio de la RSD, Huawei se ha convertido en uno de los actores más importantes en la región, incluso se destaca en el desarrollo de proyectos de cooperación con universidades o institutos. El más reciente fue firmado en noviembre de 2021 con el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) de República Dominicana, enfocado en la capacitación técnica en telecomunicaciones e informática (El Dinero, 2021). En 2019, Huawei invirtió US$100 millones en un data center en Chile para almacenamiento en línea, enfocado en una amplia gama de soluciones de almacenamiento informático, de redes, base de datos y big data basado en Inteligencia Artificial (Reuters, 2019).
Además del desarrollo de Big Data, la inteligencia artificial y las ciudades inteligentes son claves en el desarrollo de la RSD en ALC. Es importante resaltar los proyectos de tecnología 5G que representan un gran potencial para China, suscitando intereses en diferentes países para su desarrollo e implementación. En julio de 2021 el subsecretario de Telecomunicaciones del Gobierno de Chile, Francisco Moreno, se reunió con el embajador de China en Chile, Niu Qingbao, para abordar los desafíos en conectividad digital en el marco de la implementación de la teconología 5G (BNamericas, 2021). Por otro lado, en 2018, Tencent hizo una inversión de aproximadamente 200 millones de dólares en la compañía brasileña de tecnología financiera Nubank, impulsando al banco digital como el ‘unicornio’ más valioso de América Latina (ICEX, 2018).
En 2019 ZTE selló un contrato con Jujuy, Provincia de Argentina, por un valor de 30 millones de dólares para proporcionar cámaras, centros de monitoreo, servicios de emergencia e infraestructura de telecomunicaciones (Garrison, 2019). En Argentina, Xiaomi se ha articulado con Etercor e Invap con Jiangxi Nuclear Power Co., para la venta de reactores. Además, la plataforma C-TRIP se articuló con el Ministerio de Turismo y empresas del sector nuclear, como Conuar y Nuclearis, para consolidar agendas de trabajo en el sector energético (Ámbito, 2021).
Por último, Xingjian Zhao, miembro de la firma de abogados Diaz Reus y analista de relaciones internacionales, menciona que la RSD no es sólo Huawei, sino que hay crecientes oportunidades de expansión para gigantes tecnológicos como Tencent y Alibaba, o la empresa de transportes Didi (Barría, 2020). Esta última, Didi Chuxing Technology Co, -empresa de transporte – que ya tiene presencia en varios países latinoamericanos, anunció una expansión de su negocio en Panamá para el año 2021, a través de la inversión de US$4 millones de dólares (ANP, 2021).
Conclusión
A lo largo de este documento se ha expuesto la dinámica que ha tenido la RSD en ALC durante los últimos tres años. Cómo ha podido observarse, las perspectivas para su desarrollo son positivas teniendo en cuenta la transición que ha tenido la política exterior china desde el anuncio de la IFR en 2013. ALC cuenta con una serie de características económicas, comerciales y estratégicas que la posicionan como una región privilegiada a ser tenida en cuenta en los planes de crecimiento y expansión económica de la RPCh a través de la IFR. Adicionalmente, la transición hacia la economía digital de la cuarta revolución industrial implica que ALC no sea solo tenida en cuenta por sus potencialidades en la esfera tradicional de producción, sino que también sea vista como una región que puede ser incluida en la digitalización de la economía. Más aún, las necesidades de la región, en lo que se refiere a infraestructura tecnológica son apenas una oportunidad de inversión que China aprovecha fructíferamente. Ejemplo de lo anterior son los diferentes proyectos en los que empresas chinas han invertido importantes recursos para su consecución, como la inversión de Huawei en data center en Chile o el contrato de ZTE en Jujuy, Argentina, para proporcionar cámaras, centros de monitoreo, servicios de emergencia e infraestructura de telecomunicaciones.
Por último, es de resaltar que la pandemia por Covid-19 ha acelerado el proceso de integración de la economía digital en los procesos geopolíticos contemporáneos. En efecto, la forma en que se sostuvieron las diferentes economías del mundo durante los tiempos más profundos de la pandemia puso de presente la importancia de la tecnología digital para el desarrollo de los países. En este sentido, el contexto de pandemia sigue representando múltiples oportunidades tanto para China como para demás países líderes en desarrollo tecnológico de competir para desarrollar la infraestructura y los servicios que la región necesita.
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Sobre los autores:
Jhonatan Luis Merchán Burgos es estudiante de Relaciones Internacionales con énfasis en Asia Pacífico, en proceso de grado, de la Pontifica Univerisdad Javeriana de Bogotá, Colombia.
Ana María Aranda Castillo, Abogada (en proceso de grado), con énfasis en Derecho Comercial Internacional y Derecho de Daños, e Internacionalista con énfasis en Integración y Desarrollo (en proceso de grado), de la Pontificia Universidad Javeriana.
Ana María y Jhonatan fueron los pasantes de la Fundación Andrés Bello – Centro de Investigación Chino Latinoamericano para el periodo 2021-II.