Balance de las relaciones sino latinoamericanas en 2024
El año 2024 marcó un período de continuidad en las crecientes relaciones entre la República Popular China y América Latina y el Caribe. A través de inversiones significativas, acuerdos comerciales, y un creciente interés en sectores estratégicos como infraestructura, minería y tecnología, China ha ampliado su influencia, generando tanto oportunidades como tensiones en diferentes frentes.
El evento más importante del año sin duda fue la cumbre APEC celebrada en Lima el pasado noviembre. De los 16 jefes de estado que asistieron al evento, fue evidente que la atención mediática se centró alrededor de Xi Jinping y la inauguración del Terminal Portuario Multipropósito de Chancay. En el marco de la cumbre, Xi sostuvo reuniones bilaterales con sus homólogos Dina Boluarte y Gabriel Boric, así como con Joe Biden.
Siguiendo la tendencia positiva de años anteriores, en 2024 China se posicionó como el primer socio comercial de la mayoría de los países de la región. El fortalecimiento de las relaciones comerciales se ha hecho evidente en países como Bolivia, que logró un superávit histórico en las exportaciones hacia China, así como en Perú y Nicaragua, donde se registraron aumentos notables en sus exportaciones. Sin embargo, la mayoría de los países de la región siguen manteniendo un saldo comercial deficitario con China, siendo el El Salvador uno de los casos más extremos.
Por su parte, Colombia ha iniciado pasos para adherirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Ecuador ratificó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con el que se eliminan aranceles para cerca de 5,000 productos chinos; y, países como El Salvador y Honduras muestran un progreso importante hacia la firma de sus propios tratados comerciales con China. Sin embargo, estos avances contrastan con algunas tensiones, como el caso de Uruguay quien busca concretar un TLC con China, pero acusa a Argentina y Brasil de bloquear las negociaciones. Otro punto de tensión han sido los aranceles al acero proveniente de China que varios países de la región han implementado reflejando un proteccionismo importante en ese sector.
El desarrollo de inversiones estratégicas en infraestructura, minería y transporte también ha venido en alza. Ya mencionamos el caso del mega puerto de Chancay en Perú, un hub portuario que apunta a tener un gran impacto en las rutas marítimas entre el Asia Pacífico y Sudamérica. En Bolivia, el acuerdo con China para el financiamiento de la planta refinadora de zinc en Oruro. En Brasil, por su parte, la empresa BYD avanza en la construcción de una fábrica de vehículos eléctricos con una inversión de 1.100 millones de dólares y Sinovac ha invertido 100 millones a la producción de vacunas.
Así mismo, la empresa estatal China Nonferrous Trade Co. Ltd, adquirió la mina de Pitinga, ubicada en el Amazonas, por 340 millones de dólares, convirtiéndose en dueña de la mayor reserva de estaño de Brasil. En Nicaragua, a través de mecanismos de financiamiento por parte de China, se ha impulsado proyectos de infraestructura para el almacenamiento de gas, respuesta a emergencias y desarrollo de proyectos educativos. En Colombia se destaca el avance en el desarrollo de proyectos de infraestructura como el corredor La Dorada-Chiriguaná; mientras que México y Brasil han abierto nuevas rutas marítimas comerciales.
Asimismo, la industria del litio ha sido un sector clave para las inversiones chinas en la región. Entre las noticias más destacadas tenemos la colaboración entre el consorcio CBC y Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) para el desarrollo de una planta piloto en el Salar de Uyuni, con una inversión de USD$90 millones y tecnología de extracción directa. En Argentina, la empresa Ganfeng Lithium adquirió el 15% del proyecto Pastos Grandes por $70 millones, mientras el grupo chino Hanaq avanzó en el proyecto Doncella en Salta al obtener la Declaración de Impacto Ambiental. Sin embargo, se reportan tensiones en este sector, como el caso de la demanda por parte de Ganfeng Lithium para la cancelación de concesiones en el estado de Sonora en México.
Desde el punto de vista político, las relaciones de China con los países de la región han ido fortaleciéndose a pesar de ciertas tensiones existentes. Tal es el caso de Argentina, que comenzó el año con fuertes críticas hacia China de parte del recién lecto presidente Javier Milei, para luego asumir un tono más pragmático y referirse al país asiático como “un socio interesante”. La relajación de tensiones fue evidente durante el encuentro entre Milei y su homólogo chino Xi Jinping durante la cumbre del G20 en Brasil, cuando ambos países acordaron protocolos de exportación para una serie de productos agropecuarios argentinos hacia China.
En el caso de Venezuela, China ha mantenido su postura de “no intervención” frente a la crisis política que atraviesa el país, agravada tras el comprobado fraude electoral de Nicolás Maduro en los comicios de julio. No obstante, las visitas bilaterales de alto nivel han aumentado notablemente a lo largo del año, destacando la reciente visita oficial de la vicepresidenta Delcy Rodríguez a China en diciembre de 2024. Este acercamiento puede interpretarse como un respaldo implícito al gobierno en disputa, una ambigüedad que ha generado análisis y debates en diversos círculos diplomáticos.
La influencia de China en el sector tecnológico y de telecomunicaciones creció exponencialmente en 2024, con empresas como Huawei jugando un rol fundamental. En Brasil, la empresa firmó acuerdos con operadores como Claro y Vivo para ampliar la cobertura de redes 5G en áreas urbanas y rurales, con énfasis en la integración de la industria 4.0 y la agricultura inteligente. En México, Huawei Cloud, la rama de la empresa enfocada en servicios de almacenamiento en la nube, ha invertido más de 1.3 mil millones de pesos en infraestructura en México desde 2019.
Sin embargo, el crecimiento de Huawei y otras compañías de tecnología de la información chinas en la región ha venido acompañado de debates sobre soberanía, seguridad y las implicaciones geopolíticas de esta dependencia tecnológica, posicionando este tema como uno de los más dinámicos en las relaciones entre China y América Latina. Por ejemplo, en 2023, Costa Rica adoptó un reglamento de ciberseguridad que prohíbe la existencia de tecnología de proveedores chinos en las redes de telecomunicaciones, con la justificación de resguardar la seguridad y privacidad de la información. Hasta la fecha, Huawei sigue su lucha jurídica contra el reglamento que, a su parecer, no tiene sustento técnico.
En materia diplomática, se vio un incremento de tensiones en torno a las relaciones oficiales que algunos países de la región mantienen con Taiwán. Tal es el caso del triángulo China, Paraguay y Taiwán, con Beijing instando al país suramericano a romper lazos con Taiwán bajo la política de “una sola China” para la no afectación de la importaciones de soja. Así mismo, Guatemala enfrentó fuertes represalias comerciales, como la retención de productos en puertos chinos, debido a su apoyo a Taiwán.
Las tensiones entre Estados Unidos, China y México por el tráfico de fentanilo se intensificaron en 2024, en medio de acusaciones mutuas y una creciente crisis de salud pública en Norteamérica. Estados Unidos ha señalado a China como la principal fuente de precursores químicos utilizados en la fabricación del opioide, mientras que China ha rechazado estas acusaciones, argumentando que la responsabilidad recae en el control fronterizo estadounidense y la cooperación internacional.
Por su parte, México, señalado como un país clave en la producción y tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, ha implementado medidas más estrictas contra los cárteles y reforzado su cooperación con ambos países. Sin embargo, las dinámicas políticas y la falta de confianza entre las partes han dificultado los esfuerzos conjuntos para abordar esta problemática, que sigue cobrando miles de vidas cada año.
También se han presentado problemas en materia migratoria. En los últimos cinco años, México experimentó un incremento exponencial en la migración irregular de ciudadanos chinos hacia el país, pasando de 33 ciudadanos chinos detenidos por entrar al país de manera irregular en 2019, a más de 11.000 en los primeros siete meses de 2024. En Ecuador, se suspendió el acuerdo de exención de visas con China, citando un “inusual incremento de flujos de migración irregular” de ciudadanos chinos.
En Colombia, la cifra de migrantes chinos que cruzaron la peligrosa selva del Darién en la frontera con Panamá, pasó de 296 en el período 2010-2019 a más de 12.000 para septiembre 2024, mientras que en Chile y en Panamá se pelea con la detección y desmantelamiento de redes de tráfico de migrantes chinos. La mayoría de los migrantes chinos tiene como destino principal Estados Unidos, motivados principalmente por la falta de oportunidades de crecimiento económico en su país.
En resumen, 2024 fue un año crucial para las relaciones entre China y América Latina, caracterizado por avances significativos en comercio, inversiones estratégicas y cooperación política, pero también marcado por tensiones y desafíos en áreas como seguridad, migración y diplomacia. A medida que la región profundiza sus vínculos con China, se hace evidente la necesidad de equilibrar los beneficios económicos con la protección de sus intereses soberanos, asegurando que esta relación estratégica sea beneficiosa para los países de nuestra región y sostenible a largo plazo.